miércoles, 2 de octubre de 2013

El diario.

1 de Septiembre.

Mi mamá siempre me dijo que papá quería vivir en el campo, lejos de la ciudad, y es por eso construyó una gran casona en el bosque, cerca de la ciénaga, donde el sonido del viento y los pájaros fuesen la música de nuestras mañanas y de nuestras noches. 

Como mi papá es arquitecto, diseñó y construyó nuestro castillo. Donde pudiésemos vivir los cuatro; mi hermanito pequeño, mi madre, él y yo. Habitaciones, salas de estar, un jardín posterior donde jugaba de pequeña y grandes ventanales de persianas, protegidas con barrotes de metal, de este modo nuestro castillo es impenetrable. Tengo una costumbre todos los días de mirar por las ventanas y observar lo que nos rodea, tenemos una gran muralla de árboles que nos protegen del mundo exterior, nuestro castillo es casi invisible ante los ojos de los forajidos. Una vez le pregunté a papá por qué quiso que viviésemos tan lejos de todo, y él me contestó: "Para protegerte de los extraños, princesa" 

4 de Septiembre.

Esta tarde, cuando ayudaba a mi madre a lavar los platos luego del almuerzo, mi padre subió al tejado de la casa para reparar una gotera que hacía nuestros días de lluvia una pesadilla húmeda. No vimos en qué momento ni cómo pasó, pero papá se cayó del techo. Solo nos dio tiempo de escuchar un pequeño grito bañado en temor y el golpe seco de su cuerpo contra el suelo. 

Papá temblaba en el suelo y yo lloraba del miedo, mamá gritaba e intentaba calmarlo sujetándolo por sus brazos pero las convulsiones que sufría tan eran fuertes que ella poco pudo hacer para tranquilizarlo, cuando papá se quedó quieto, inmóvil y frío nos imaginamos lo peor...  

Lo llevamos a la cama y durmió toda la noche. Tuve que llevarme mi hermanito conmigo a dormir porque mi madre estuvo en vela cuidando de papá intentando bajarle la fiebre, calmándolo cuando gritaba y se quejaba diciendo balbuceos mas palabras incomprensibles. Llamamos al doctor pero éste indicó que podría visitarnos en la mañana.

5 de Septiembre.

Cuando esta mañana llegó el doctor a primera hora, papá ya había despertado minutos atrás con un semblante claro y sonriente según mi madre. No pude verlo. El médico entró primero y luego de muchos exámenes no diagnosticó mayor cosa que una simple respuesta del cuerpo ante una fuerte contusión. Luego de que el doctor se fue, papá mandó a llamarnos a mi pequeño hermano y a mi. 

Conozco a papá desde siempre, ha sido mi héroe y el primer y único amigo que tuve. No soy capaz de poner en duda su cariño pero..., esta mañana, cuando me abrazó, sentí que no fue el hombre que me cargó en sus brazos cuando pequeña. Por un solo segundo sentí que era otro hombre, un total extraño para mi y esa sensación de no conocerlo por tan solo un instante, me hizo sentir desprotegida.

8 de Septiembre.

Mamá no ha dormido las últimas noches, lo sé porque tiene ojeras y siempre está de mal humor. Mi papá está bien pero poco he hablado con él, siempre está metido en su cuarto de planos, trabajando como siempre.

Esta tarde me pasó algo verdaderamente incómodo. Luego del almuerzo, (donde en la mesa solo estuvimos mamá, mi hermanito y yo) salimos al jardín posterior a jugar un rato. La oficina de trabajo de papá tiene un ventanal con vista hacia el jardín pero siempre ha estado tapada con cortinas, porque a papá no le gusta que lo vean trabajar y la luz del sol no es algo que él tolere a la hora de realizar sus planos.  Como mi hermanito volvió a casa para estar con mi madre, yo me quedé sola en la sombra, soñolienta. Creí ver a papá desde la ventana, observándome de pie, inmóvil, sus ojos estaban muy grandes y expresivos pero lo que más me intimidó fue su boca, dibujaba una sonrisa excesiva, forzada y reluciente con sus blancos dientes. Nunca lo había visto así.

Parpadeé pero papá no estaba, la cortina seguía corrida, sí, pero no había figura alguna, solo oscuridad en aquel ventanal.

No he querido ir a darle las buenas noches y hoy por primera vez en mi vida, le he puesto seguro a mi puerta antes de irme a dormir.

10 de Septiembre.

Mamá ha llorado mucho, la escucho cuando se cierra en el baño porque no quiere que la veamos en esa situación. A papá lo he visto menos y eso me pone tranquila pero al mismo tiempo nerviosa. Tranquila porque ya no me siento cómoda cerca de él, nerviosa porque sé que él sí me ha estado mirando, yo no puedo verlo, parece esconderse pero sé que me ha estado observando todos estos días. A él nunca se le escapa nada y menos nosotros, su familia. Esta mañana pasé por su habitación y escuché murmullos, rumores y pequeñas risas, como si hablase con alguien y lo que contestasen le proporcionase satisfacción. Mamá dice que todo va a estar bien y quiero creerle, pero ¿no es su llanto motivo por el cuál ella también se muestra confusa ante nuestra situación?.

Volví a pasar el seguro a mi puerta, esta vez traje a mi hermanito conmigo. No quiero dormir sola.

12 de Septiembre.

Poco a poco me he estado convenciendo de que las cosas en mi familia no están tan bien. Papá no ha querido salir de su habitación de trabajo hace días, solo recibe de mamá los platos de comida y ella ha llorado mucho más de lo que recuerdo. Anoche se escucharon muchos ruidos de la habitación de papá, no pude dormir mucho. Sentía que iba a pasar algo malo en cualquier momento y cuando pude dormir, no tuve sino pesadillas horribles que hicieron mi noche un castigo.

Esta tarde llegó el doctor y mamá prácticamente nos obligó a salir al jardín a jugar. No sé lo que ocurrió, pero creo que trataron de hacer que papá saliese de su oficina. No lo lograron, cuando entré a casa el ambiente estaba tan tenso que me fui muy rápido a mi habitación. El doctor le dijo a mi madre que lo llamara seguido por si algo pasaba, creo que tiene miedo de cómo pueda reaccionar papá. Tengo miedo de que papá no vuelva a ser el mismo de antes.

Le dije a mamá que durmiese conmigo y mi hermanito esta noche y ella aceptó. Al menos mamá sigue siendo la misma de siempre.

14 de Septiembre

Antes de ayer creí que las cosas habían mejorado notablemente, papá salió de su encierro y nos acompañó en el desayuno y en el almuerzo, pero habló muy poco. Siempre sonriente agradeció a mamá por la deliciosa comida y le hizo cariños a mi hermano en su cabeza. Mamá se mostró contenta pero yo no pude estarlo, hay algo en papá que me impacienta, siento las ganas de decirle que es un impostor o al menos que está fingiendo ser alguien que no es. Creo que lo sabe porque cuando me mira, me clava su vista como puñalada certera en mi pecho, casi siento que habla en mi mente, que escucha lo que pienso y dice: "¿Por qué tan seria, no estás contenta con que tu papá comparta la hora de comer?, estás tan grande, princesa".

Lo sabe, estoy segura.

Mamá no quiso dormir conmigo esta noche, dice que estoy paranoica y tampoco ha dejado que duerma con mi hermano pequeño. Igual le he puesto el cerrojo a mi puerta.

18 de Septiembre. 

Papá ha estado caminando todas las noches por los pasillos de la casa sin parar hasta poco antes del alba. Camina a paso lento por cada una de las habitaciones una y otra vez, repite la misma rutina mientras murmura pero no he podido escuchar qué dice con exactitud. Cuando escuchaba sus pasos acercarse a mi puerta se helaba mi sangre y se paraba mi corazón. Me tapaba la boca para ahuyentar cualquier sonido que pudiese salir y cubría con las sábanas mi cara esperando que tampoco pudiese escuchar mi respiración. Ahí, justo parado en frente a mi recámara, tras la puerta podía sentir su presencia, la del extraño que me abrazó, la del extraño que me habló, la de cualquier hombre excepto la de un padre, mi papá.

De día papá no apareció.

21 de Septiembre. 

Papá lleva 3 días fuera de casa, o al menos no lo hemos visto por aquí. Mi mamá preocupada llamó al doctor y vinieron con él hombres que se presentaron como agentes de la policía, nos hicieron varias preguntas y sin más que abordar se fueron apenas revisaron los alrededores. Han dicho que se contactarán con nosotros apenas hayan hecho indagaciones más acertadas sobre lo que pudo haberle pasado a papá. También nos han aconsejado que nos quedemos en un hotel o posada del pueblo, le dije a mamá que era buena idea, que no tenemos nada que hacer en este lugar estando solos a distancia de la gente que puede ayudarnos, mamá no me quiso escuchar y agradeció a los oficiales y al doctor por su ayuda.

Me han dado un número de teléfono de contacto por si necesitamos que estén aquí. Los últimos acontecimientos que les hemos contado a los agentes con respecto a la actitud de papá estos días, han despertado la sospecha de los oficiales por tomar a papá de una persona poco fiable y que necesita de ayuda médica. Mamá se ha sentido ofendida pero no lo ha demostrado, yo sé que no les cree, tampoco me ha creído a mi.

22 de Septiembre,

He llorado gran parte de la noche y solo me he levantado para escribir esto porque necesito dejar plasmado qué es lo que ha pasado en las últimas horas desde que papá apareció esta mañana.

Mamá me despertó para tomar el desayuno. Él no habló en lo absoluto y tampoco probó nada de la mesa, sus ropas se mostraban gastadas y su mirada, volvía a ser la misma con la que había creído que me observaba desde la ventana de su oficina la tarde del jardín. Yo no quería decirle nada por temor a que algo malo ocurriese, pero mi madre decidió romper el hielo y preguntarle de una vez dónde había estado, por qué actuaba tan extraño y que tendríamos que pedir ayuda al doctor y los agentes si seguíamos en la misma situación. Entonces fue cuando nos hicimos partícipes de los actos más grotescos y abominables que pude presenciar en nuestra pequeña familia jamás.

- ¿Los has llamado?, te dije que no los llamaras, ¿¡por qué no me has hecho caso!?

- ¡No quería llamarlos pero no tenía opción, tenías tres días sin aparecer por dios!, ¿qué querías que hiciera? cada día estamos más preocupados y los niños están más asustados que nunca..., solo mira a... -Papá la interrumpió levantándose de la silla y alzando el tono de su voz, el timbre que salía de su boca, no era el de mi padre, de sus cuerdas vocales no salía ni el característico de un hombre que se encuentra enfadado, era otro sello..., el de un ser marcado por la histeria, por la ira y por el desenfreno. Golpeó la mesa con brutalidad y dejando escapar esta vez gritos amedrentó contra mi madre diciendo - ¡Cállate!. ¡No hiciste lo que te dije!, ¡por una vez en tu maldita vida debes hacerle caso al hombre de esta casa!, ¿que los niños están asustados?, ¿cómo es posible eso? - Y tomó a mi hermanito por ambos brazos mientras lo sacudía violentamente.

 -¡¿ESTÁS ASUSTADO?!

   ¡¿ESTÁS ASUSTADO?!

   ¡¿ESTÁS ASUSTADO?!

   ¡¿ESTÁS ASUSTADO?!
 

Mi pequeño hermano empezó a llorar en desespero mientras era sacudido en los brazos del hombre que decía ser mi padre. Paralizada por el miedo, observé por los segundos infinitos cómo mi hermano era suspendido y estuve a punto de creer que lo lanzaría a lo lejos como producto final de un proceso de horrible e infernal locura, entonces mi madre tratando de detener los impulsos de papá le rogó que lo dejase en paz y fue cuando él, dejando sobre la mesa a mi hermano respondió a mi madre con el más violento puñetazo que la catapultó hacia la pared y golpeándose en la cabeza, quedó sin conocimiento alguno.

Papá, ahí de pie y sin mover un solo músculo entró en un estado de hipnosis. Miraba el cuerpo inconsciente de mamá mientras murmuraba cosas, entonces, estando mi madre desmayada, mi hermanito privado del miedo y yo a solo 2 metros de mi padre, pude esta vez escuchar con total exactitud los rumores que él había pronunciado las noches en que deambulada por los pasillos de la casa, aunque hubiese preferido no haberlos escuchado jamás:

"30 días tiene Septiembre, 30 días tiene Septiembre, ¿mátalos?, ¿terminalos?, ¿liberalos?, 30 días tiene Septiembre, 30 días tiene Septiembre..."

Y volvía a repetir las frases en ciclo tan rápido como su boca lo permitía, con los ojos abiertos, mirando al vacío. Entonces un fuerte impulso me hizo reaccionar y alcancé a mi pequeño hermano quién aún sentado en la mesa no se recuperaba de su privación por el susto ocasionado. Corrí lo más que pude hacia mi habitación, pasando llave del seguro y estando en completo silencio el resto del día y la noche.

No he escuchado nada más afuera y es lo que más me preocupa.

24 de Septiembre

Aunque mi hermano solo tiene 6 años es muy inteligente y atento para su edad. Hizo todo lo que pedí para mantenernos en silencio durante los últimos dos días. Entre el hambre y la sed que pasamos, mas las noches en vela rogando a que el ser que hace días se proclamaba como nuestro padre (niego ahora compartir lazo sanguíneo) acechara de cerca nuestra puerta, he creído escuchar que sonó el teléfono de la casa, pero solo un par de veces, no estoy totalmente segura si fue de la campanilla telefónica o de algo romperse al caer. Tengo miedo por mamá pero no estoy al borde del desespero, algo me dice que ha salido de aquí y que ha ido a por ayuda, quizá cree que salimos de la casa hace días y debe estar buscándonos. Fui una estúpida al correr a mi habitación con mi hermano y no a la única salida de la casa, la puerta principal; si bien nuestro castillo tiene muchos ventanales, todos están con barrotes que fueron puestos desde un principio para nuestra seguridad y que bajo estas circunstancias, nos están separando de la libertad.

Lo he escuchado murmurar pero quisiera no tener que hacerlo, lo que más me aterra es que ya sé lo que dice, lo repite una y otra vez.

Debemos tener paciencia, sé que es cuestión de tiempo para que nos saquen de aquí.

25 de Septiembre

Siento que se ha acabado todo, no tengo palabras para articular el deseo tan grande que tengo de que todo este sufrimiento termine ahora y para siempre. Mamá no va a volver. Estoy sola aquí, en mi habitación encerrada aún y sintiéndome culpable de que por mi, por segundos de torpeza se lo haya llevado. Se llevó a mi hermanito.

Esta mañana, al vernos hambrientos y sedientos tomé la decisión de salir a buscar comida en la cocina, tenía muchas horas de no escucharlo y el desespero de estar encerrados aquí me estaba volviendo loca, pronto mi hermano perdería la cordura y no sabía si su llanto sería un detonante para que él viniese a por nosotros. No sé por qué creía esto, pero mantenernos en silencio los últimos días nos había mantenido a salvo de él. Aunque en las noches caminó muchísimo cerca de nuestra habitación, nuestra quietud pudo mantenerlo sereno pero, al mínimo crujido de las cortinas mecidas por el suave viento de la media noche le hacía gemir, producir sonidos inhumanos, de bestia sumergida en la ira, la que vi reflejada en el incidente del comedor. Me atormentaba la idea de volver a presenciar un acto tan aterrador, por ahora nos sujetábamos al silencio.

Dejé a mi hermano en la habitación. Insistió en venir, acompañarme, pero quise hacer esto sola para mantenerlo a salvo a él (¡Dios, por qué lo dejé solo!) y tras hacerle un gesto de mudez colocando mi índice al frente de mis labios, abrí y cerré rápida pero silenciosamente la puerta que separaba la seguridad de mi recámara, con el peligroso y casi desconocido laberinto de pasillos de nuestra ahora lúgubre mansión.

No sé cuánto tiempo me llevó llegar a la cocina. Mi oído estaba más agudo de lo que estuvo nunca, cada tres pasos volteaba para asegurarme de que no estaba acechándome desde las esquinas. Aunque todo estaba en perfecto orden justo como el día que decidí encerrarme, el polvo y la suciedad hacían de nuestro hogar un lugar desterrado de la mano de Dios, impío y desértico, olvidado de toda luz de cordura.

Cuánto me sorprendió encontrar a un lado del comedor, justo en el lugar donde había caído mi madre días atrás, una mancha de sangre donde estuvo su cuerpo inconsciente..., ya no estaba, obviamente, pero el rastro de sangre que seguía desde ese espacio hacia su habitación me hizo temblar y un miedo proporcional a lo que le hubiese pasado, a lo que le hubiese hecho. ¿No se supone que ella habría salido de aquí a buscar ayuda?, ¿los doctores, policías?; me negué a entrar a la habitación y seguí caminando a la cocina, tenía que encontrar algo para nosotros, para mi hermano y para mi. Entré al lugar y vi entonces el teléfono en la pared, en perfecto estado, justo como lo había dejado mamá, recordé inmediatamente el número en el papel que me habían dado los agentes y que por solo cautela me había tomado la molestia en memorizar, sin dudar ni un segundo descolgué el auricular y marqué el número, pero, no pasó nada; el teléfono mudo, taciturno, muerto y nada más. Comprendí que el aparato del aprieto no nos sacaría. Cogí frutas secas y en un termo agua deposité, estaba por tomar algún cubierto de cocina que me pudiese ayudar en algo pero me hizo volver inmediatamente un grito aterrador que venía del otro extremo de la casa. Era mi hermano, gritaba y lloraba, me llamó a toda voz y yo respondí corriendo en dirección a nuestro refugio, tropecé un par de veces, caí y el tobillo del pie derecho me lastimé, pero me levanté y seguí corriendo. Tarde para cualquier cosa, mi hermano ya no estaba. Vi hacia el pasillo pero lo confieso, tenía tanto miedo que elegí por cerrar la puerta y comenzar a llorar otra vez, estaba devastada. Me había quedado sola.

Los gritos de mi hermano fue lo último que escuché de él.

28 de Septiembre

Anoche no dormí. Estuvo gritando y corriendo por los pasillos, tirando cosas y haciendo añicos los adornos de la casa. Cada vez me trato de convencer que no es un animal lo que está afuera sino un hombre que hacía poco teníamos un lazo familiar.

En las últimas horas me he tomado el tiempo de pensar muchas cosas, una en particular es que estoy segura de que nadie va a venir a ayudarnos. Ayer por la tarde en un arranque de ira abrí la puerta de mi habitación y quise darme por vencida pero, ¿es lo que me merezco, lo que nos merecemos como familia?, de mi hermano no sé nada en 3 días, de mi mamá nada en 6 y papá, bueno..., él ya no es el mismo, se fue hace mucho tiempo.

Creo infinitamente que si ello, lo que está fuera tuviese una mínima pizca de huella de mi padre, no hubiese elegido amedrentar contra los suyos. Lo poco que he comido, que traje de la cocina anteriormente no me durará mucho. Odio tanto los barrotes de las ventanas, me sentía antes tan protegida tras ellos, todos le temíamos tanto a lo que pudiese haber en el exterior, que nunca nos imaginamos que el mayor peligro podría provenir de dentro de nuestra familia. No puedo estar mucho tiempo más aquí.

29 de Septiembre

Estoy lista. Quedarme aquí encerrada es perecer, anoche no lo escuché ni un solo segundo. El primer paso para salir de este lugar es la de abrir esta puerta, la de mi cuarto y encomendarme a la memoria de mi madre y mi hermano. No tengo mucho tiempo para decidir por mejores opciones y es que tampoco las tengo. Si la suerte está de mi lado, tendré la oportunidad de encontrar a alguien que pueda ayudarme, seguir esperando acá es condenar todo lo que conozco y todo lo que teníamos en esta vida. Dejo este diario como testimonio de los acontecimientos atroces que han marcado la historia de esta casa y la de mi familia.

Voy a intentar escapar.




Epílogo

El 30 de Septiembre del mismo año, solo un día después de que la autora dejara de testificar en su diario, una comisión de la policía local abordó la mansión junto con el doctor de la familia, quien había decidido ir hasta el lugar por no recibir ningún tipo de comunicación por parte de los individuos de esta mencionada casa. No se encontró ningún cuerpo o señales de vida en la mansión, la cual estaba en total desorden y destrozo. Se cree que si la niña hubiese aguardado tan solo un día más en su habitación, hubiesen podido ayudarla. 

Todavía no se sabe el paradero de alguno de los miembros de la familia.




Arte: Saul Torres 

@saul_tb