lunes, 9 de diciembre de 2013

Testimonio en la Nota

(Papeles encontrados en las pertenencias del recientemente fallecido dr Jacobo Paz )
                                                           
Antes que nada, en mi paso por esta montaña rusa de emociones a la que llamamos vida, me parece poco correcto y hasta impertinente que colegas, amantes de la ciencia y por sobre todo el método, promulguen deliberadamente la inexistencia de la magia y se escuden en el escepticismo ante los hechos misteriosos que se den lugar en las más extrañas circunstancias. Esto, queridos colegas, va para ustedes.

Me trasladé a este pequeño pueblo a mediados de año para iniciar mis estudios en enfermedades relacionadas con el clima tropical de las llanuras, esta región que responde al nombre de Santa Trinidad es un pequeño pueblo del interior del país, hogar de folklore y leyendas. Puedo dar fe de que la gente es bastante agradable, el centro sanitario donde desarrollo mis investigaciones me ha prestado todos sus servicios gentilmente y en general me gusta mucho este lugar. Había tenido problemas con un sitio de residencia cómodo puesto que esta localidad no goza de muchos lugares que se beneficien del negocio, pero ha sido el caso que haciendo turismo por las pocas calles he encontrado una casa pequeña, deshabitada, expresa en términos sencillos.
I

Me he tomado el tiempo para estudiar la nueva casa donde pasaré el resto de los días para el curso y desarrollo de mis investigaciones. Puede decirse que la casa tiene un paupérrimo estilo victoriano, pero eso no le quita sus pequeños aires humildes y campestres; la pintura corroída por el pasar de los años abandonada a su suerte le ha causado cicatrices significativas, los matices viejos, polvorientos de sus paredes, las grietas de sus machones y cimientos dan la impresión de que años hostiles cargados con tormenta y olvido martirizaron hasta la última parte de la estructura.
El techo, sombra de lo que antes fue, se despliega sobre mi cabeza como un cielo oscuro sin estrellas, viejo, soportado por enormes vigas grotescas de un color  rojo que gracias al pasar de los años ha ido perdiendo su intensidad. No sé nada sobre arquitectura, ingeniería o las ciencias que hacen función en las labores de urbanización, pero como parte de mi testarudez e incesante ocio en la observación de los objetos, me atrevería a testificar que tales vigas son innecesarias para el soporte, puesto que su tamaño rebasa la función que éstas le corresponde, a menos que por supuesto estas se utilicen para otros desempeños. Lo dudo muchísimo.
Hace rato, al ordenar mis libros y demás pertenencias en el escritorio, me embargó un repentino sentido de tristeza y melancolía, pero luego de rato en pensamientos he llegado a la conclusión de que no debe ser más que nostalgia por mi familia y amigos dejados en la capital. El humano y su susceptible puerta hacia la emoción,  ansiedad y anhelo.

II

Estoy acostumbrado a las pocas horas de sueño pero esto es ridículo, en las noches no hago más que dar vueltas sobre mi cama sin lograr conciliar el descanso, he puesto todo mi empeño en dormir pero mi organismo se muestra inútil ante tal orden. No descarto la idea de buscar consuelo en fármacos que puedan actuar en mi descanso.

Por otro lado, en el laboratorio del centro sanitario todo ha ido muy bien, los cuerpos de sanidad de la región y los pacientes se muestran muy positivos y abiertos con respecto a mis entrevistas y mi interés por las peculiaridades de su idiosincrasia. Un punto que hay que resaltar, es la pregunta curiosa de una de las enfermeras del recinto llamada Jessica Lombardo, que luego de una charla llena de trivialidades se ha tornado circunspecta al preguntarme cómo va todo en el lugar de residencia, luego con más insistencia al preguntar sobre cómo me siento y si estoy descansando lo suficiente. Me pregunto si ha sido parte del sentido hospitalario de los habitantes o si se muestra preocupada por algo, no considero que yo esté mostrando signos de cansancio en las horas laborales. Como sea, esta misma tarde al salir del trabajo, he decido dar otro paseo por el pueblo y me he encontrado con un conjunto de particularidades rurales que recordé anotar en mi cuaderno para apuntes rápidos. La gente de estas zonas ignora que sus costumbres pueden intervenir en el proceso de propagación de infecciones y demás enfermedades, parte de mi labor es hacerles entender esto.
He pasado por la biblioteca pública del centro urbano pero estaba cerrada, siendo así, seguí derecho hasta mi residencia. Debo recordar pasar en algún momento cuando la institución se encuentra abierta, me urge informarme sobre los orígenes históricos del poblado, solo como detalles de mi tesis.

III

Otra noche en vela, en esta región los fallos del servicio eléctrico son de escándalo.

Afortunadamente fui advertido de esto y adquirí velas que se han transformado en mi única luz durante la morada nocturna y entristecida. Sumergido en los pergaminos de Lovecraft y Edgar Allan Poe he tenido aventuras lúgubres, angustiosas y sofocantes; pero nada tan afligido como el aura de la atmósfera en esta casa, el silencio es aturdidor, estoy al margen de escuchar mi propio corazón latir con fuerza zumbando en la profundidad de mi pecho. La llama zigzagueante de la vela dibuja sombras perversas, traicioneras… libres a la imaginación del observador, para nunca dar tregua y emerger de mis propios recuerdos fantasmales.

-         -  Qué… ¿qué estoy haciendo?

Vino a mi mente en un segundo, me encontraba de pie en mis ropas de dormir justo en medio de la habitación, somnoliento. La vela casi acabada, ¿acaso me había quedado dormido mientras recitaba tales pensamientos tristes?; no recuerdo nunca haber sufrido trastornos del sueño relacionados con el sonambulismo u otras extravagancias. Me llevo las manos a la vista y me siento a la orilla de mi cama… ¡No recuerdo haberme vestido con estas ropas ni haber dejado a la mitad mis ocupaciones!

Pero la tristeza me embargada de nuevo al sentirme solo en esta casa, al sentirme vulnerable al cansancio extremo y de sentir lástima por mí mismo. ¡Un ser que no recuerda justo lo que estaba haciendo, con lapsos de lagunas mentales que se despierta a altas horas de la madrugada presa de la confusión!

          -“… psst, Jacobo, la biblioteca…”

Una voz vino a mí, quizá producto de mi somnolencia. Recuerdo la estructura de la biblioteca grande y antiquísima, recuerdo el cartel de “cerrado”.

         - “¿Estaba cerrada o eso era lo que querías ver?” 

 Quise preguntar “¿Quién eres?” pero el miedo ya había dominado la mayoría de mis sentidos. La ansiedad se había hecho dueña de mi pecho, me costaba respirar y en ese instante la vela se apagó, dejándome a la penumbra, vulnerable a aquello que me hablaba desde lo desconocido, y fue exactamente cuando escuché las voces desde afuera de la habitación… gente que sollozaba, lloraba y rogaba por piedad, fácilmente podía creer que había una docena de hombres y mujeres afuera de mi cuarto todos en agonía, gesticulando decenas de chillidos.

Víctima del pánico, un instante estoy en mi cama, envuelto en sudor frío, son las 7 de la mañana, no hay tiempo para pensar. Debo ir al trabajo.
IV


Cansado, en plena jornada laboral quise tomarme un descanso al medio día; y aunque no quise comer decidí irme a un pequeño establecimiento de comestibles donde me senté para reflexionar sobre lo que abordaba mi mente, ¿qué había pasado anoche?, ¿habían sido pesadillas mis impresiones sobre la velada anterior?, mis dedos tamborileaban en la mesa mientras mi mente viajaba y repasaba decenas de hipótesis, una cada vez más ridícula que la otra,  pero todas y cada una con la única empresa de darle sentido a los hechos de las pasadas horas.

Fue tan profundo mi lapso perdido en cavilaciones que los minutos pasaron…,  no sentí presencia de la dama sino cuando ya estaba sentada en la mesa  donde me encontraba. Ella era Jessica Lombardo, la enfermera del centro sanitario con quien había charlado en pequeñas ocasiones, la que se había mostrado preocupada por mi estado días atrás. Ella me miraba seria y preocupada, con el semblante parecido a los que reflejan situaciones lamentosamente repetidas.

       -  Doctor Paz, perdone mi imprudencia en primer lugar, sé que ha venido aquí buscando descanso del trabajo, yo misma vengo en ocasiones a lo mismo. He pasado por su oficina hace rato y me dijeron que lo vieron caminando en esta dirección.

         -Ja ja ja - reí algo apenado - por favor llámame Jacobo, no soy hombre de formalismos; sí, la verdad es que estoy aquí desde hace un buen rato “echando el carro”, qué vergüenza contigo que me encuentres así soñando despierto, ¿qué se te ofrece? – ofreciéndole sonrisa incómoda.

          - Me preocupa usted Jacobo – su mirada se tornaba seria sin vacilaciones-  no puedo evitar preguntarme si se encuentra bien o si tiene algún percance en el cuál yo o cualquiera del personal podamos ayudarlo, es usted nuestro invitado en la localidad. Y si por mera casualidad tiene un problema no dude en avisarnos...

Su determinación al hablarme era casi avasalladora, estuve a punto de contarle mis testimonios de las últimas noches en aquella casa y la voces que escuché, pero en una rápida forma de evadir sus palabras, me acomodé torpemente en la silla y hablé.

          -Ciertamente Jessica, no has podido ofrecerme en mejor momento tu ayuda, verás, he querido entrar a la biblioteca pública de acá…, pero en las ocasiones en las que he pasado la he encontrado cerrada, ¿todavía se encuentra funcionando o algo por el estilo?, me temo a que esté cerrada a la gente, quisiera buscar información sobre los orígenes de Santa Trinidad.

         - Sabe que no me refiero a esa clase de ayuda doctor – esta vez su mirada se torno más condescendiente – en nuestro pueblo tenemos un sentido de responsabilidad prudente para con nuestros visitantes, y si un dirigente de salud que viene a prestarnos sus servicios no se siente cómodo, entonces estaríamos faltando a nuestros ideales hospitalarios. Si verdaderamente necesita algo, le reitero, no dude en avisarnos.

Se levantó de la silla y antes de retirarse, volvió una vez más hacia mi con la mirada seria del principio de la conversación.

          - La biblioteca actualmente se encuentra en remodelación, pero si es tan importante para usted, haré que lo reciban cuando se dirija ahora mismo o cuando lo desee.

Se marchó sin despedirse. Antes de preocuparme por el hecho de empezar a  sentirme acosado tanto en mi lugar de residencia como de trabajo, me alegré por el hecho de que ese mismo día, me recibirían en la biblioteca. Decidí tomarme el resto de la tarde.

La biblioteca adentro era mucho más pequeña de lo que me imaginaba, muchas estanterías y anaqueles se encontraban vacíos, los libros por docenas en cajas para protegerlos de la pintura reciente que se encontraba en las paredes. Me recibió un hombre de tercera edad muy amable, que me condujo a una sala vacía con un escritorio lleno de libros con información local, aparentemente todo lo que necesitaba. Parece que Jessica había dado órdenes bastante puntuales con respecto a mi llegada, desearía no haberle dicho qué quería buscar exactamente en los libros.

Antes de sentarme, noté que en el otro extremo de la habitación se encontraban dos ordenadores viejos y polvorientos. Me pregunté si funcionaban y pareciese que el buen anciano escuchase mi pensamiento pues me explicó diligentemente que estos computadores tenían en sus archivos artículos relacionados con el valor histórico de Santa Trinidad, así como también gráficos de población, mapa político y otros tópicos que podrían interesarme, y que estaban a mi servicio. Le agradecí con un estrechón de manos y me dispuse a ver el material que tenía ante mi vista. 
En unas horas había podido recolectar el orden de las cosas que buscaba, además de ciertos aspectos históricos e interesantes que me tome la molestia de sustraer en hojas con lápiz grafito. Luego de haber leído los libros, quise ponerle mi mano encima a ese viejo computador, con la esperanza de encontrar ilustraciones que le diesen color a mi trabajo.

Pasé mucho tiempo en el ordenador pero lamentablemente ninguna de las imágenes logró causar ese interés que estaba buscando…, me parecía que colocar un mapa político, de aguas o fotografías de granjas poco o nada tenían que ver con la investigación, por ello decidí tomar un par de imágenes arcaicas sobre las extensiones del pueblo, las imprimí y justo antes de apagar el equipo noté que había una carpeta en la imagen del escritorio que respondía al nombre de “historial de prensa”. Titubeé un par de segundos, sabía que no tenía nada que buscar en esa dirección, pero luego me mentí a mi mismo que quizá en los periódicos de años atrás encontraría datos importantes de qué se yo…, ¿Noticias de Santa Trinidad?, abrí la carpeta y aparecieron en orden desde la primera hasta la última impresión del periódico local en imágenes escaneadas, me decía a mi mismo que curioseando daría con una noticia de carácter histórico, tal vez un brote epidemiológico, no lo sé, pero cuando vi el reloj ya eran las 6 de la tarde, estaba anocheciendo y el buen hombre ya me había dicho que tenía que cerrar. Apagué el equipo y tomé todos los datos recopilados, le agradecí al buen hombre y me dirigí a mi hogar.

V

Ya en mi escritorio un par horas después no tengo tiempo para pensar en nada y me dispongo a trabajar. Me duele la cabeza, mis oídos me zumban y ensordecen como el que baja o sube de una montaña sintiendo el cambio de la presión atmosférica, me siento mucho más cansado;  he ordenado de la siguiente forma el orden cronológico en partes para entender mejor la situación actual de Santa Trinidad.


1)      Asentamiento del pueblo de Santa Trinidad en 1592 por conquistadores españoles como parte del proceso de colonización de los llanos centrales.

          -“…Yo, no…”

2)      Exterminio de la mayoría de tribus aborígenes y avasallamiento de los que dejaron vivir por parte de los españoles, empieza el proceso de mano de obra esclava.

           -“…Por favor…”

3)      Colonización, el cabildo en Santa Trinidad es próspero al orden de la corona española.

           -“¡ME ASFIXIO!


Ese último grito me hizo perder la paciencia levantándome de la silla. Escuchaba las voces tan cerca de mi oído, no era producto del sueño, trataba de concentrarme pero el silencio era profanado por lamentos, los quejidos, tantas voces al mismo tiempo suplicantes y dejándome atónito, sentía que me gritaban y hacían estallar mi cordura, por un momento me sentía sacado de quicio y sin darme cuenta las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, sentía su dolor, un sentimiento de tristeza como el que te corta el alma en el funeral de tus seres queridos…, no sabía cómo pero el pánico que expresaban podía quemarme a mí también en carne viva, salí de mi habitación con las manos en mi cabeza, dando tumbos en todas direcciones con la idea de salir de la casa, tenía que huir de ahí  y al abrir la puerta para pasar por la sala - me estremezco en este momento al escribir semejante monstruosidad - mis ojos se vieron testigos de la más grotesca imagen que recordaré por siempre hasta el resto de mis días; ellos quienes hablaban y gritaban, estaban frente a mí, todos, dos docenas, quizá más… colgados del cuello y en el otro extremo la cuerda en nudo con las vigas, los ojos desorbitados casi salidos de sus cuencas, se encontraban suspendidos, algunos desnudos, negros esclavos e indios con ropas de antaño y - Dios sabe de cuánto tiempo - con cicatrices en todo el cuerpo condenados a morir en la horca, ¡en esta misma casa!, una pareja con características contemporánea y cerca de ellos niños con el parentesco fenotípico de los mayores, di un paso atrás, ahora no sabía qué debía hacer cuando una presión sobre mi pecho me hizo precipitarme al suelo, debí morir un poco en ese momento o al menos eso creí. Desperté poco antes del alba en la sala, no sabía si había sido un sueño o producto de mi estrés de paranoica para con esta casa.

Estoy divagando en mi mente y no sé lo que es real, con lo que vi anoche puedo dar fe de que me encuentro en un declive mental por el que jamás había experimentado nunca. Quisiera encontrar mi norte otra vez para saber qué demonios es lo que está pasando aquí y qué es lo que quiere Dios que haga sobre las cosas que me está mostrando y haciéndome sentir. Imaginando la gravedad de las cosas, solo mi mente pudo articular una serie de verbos: "Ajusticiamiento, asesinato" y me vino a la cabeza como un relámpago ensordecedor, el historial de prensa en los ordenadores de la biblioteca (hoy mismo no sé si yo mismo lo pensé o la voz me lo susurro nuevamente).


VI


Asistí a la oficina más por mi deber de cumplir que por ganas de trabajar, estaba sufriendo alucinaciones constantes, más en el plano auditivo que cualquier otra cosa..., detestaba parpadear, el solo hecho de cerrar mis ojos por un instante me hacía ver las imágenes de los martirizados en la horca, aún no me explico cómo pude mantenerme cuerdo durante tantas horas sin colapsar (en el momento que escribo esto no doy fe de mis facultades mentales), la voz desde el interior de mi cabeza me susurró durante tiempo...


- "...23, del 10, del 67..."


Durante el día no comí, y busqué a la licenciada Lombardo por todo el establecimiento de sanidad pero no fue ese día a trabajar al parecer, no quise hablar con nadie por miedo a que me acusaran de algo o que se sintieran asustados por mi comportamiento paranoico, las ganas de abandonar todo eran indescriptibles, salí de la oficina y caminé rumbo a la casa una vez mas, entraría para sacar mis cosas, le pagaría a alguien para que me ayudase en el traslado e me iría a mi ciudad de origen para así librarme de este sentimiento de tristeza que me embargaba y me volvía cada minuto menos lúcido. Vi la biblioteca y una repentina sensación de estímulo cruzó por mi mente, tenía el cartel de cerrada, sí, pero se encontraba abierta para el que empujase la puerta... crucé el portal con sigilo, nadie me esperaba, por lo tanto no quería que me viesen ahí, en completo silencio me dirigí a la habitación donde estaba el computador y cerré la puerta con seguro tras mi espalda.

Sabía la fecha que tenía que buscar, no tardé mucho en encontrarla y averiguar de una vez por todas de qué se trataba todo este sentimiento mórbido, ese deseo de descubrir qué se escondía en esa fecha; pero otra vez el sentido de curiosidad me llevaba a callejones de locura y horror, haber dado este paso fue el quebranto de mi espíritu de raciocinio y metodista.

23/10/1967

Suicidio colectivo de familia deja atónita a Santa Trinidad

"Un hecho atroz sacudió la localidad de Santa Trinidad y los llanos centrales del país cuando se supo que en la madrugada del 23 de Octubre de 1967, en una pequeña vivienda del extremo este del pueblo, la familia Lombardo bajo extrañas circunstancias decidiera segar sus vidas de manera colectiva colgados sobre en las vigas de la residencia..."

 "...Las autoridades descartan cualquier hipótesis sobre posible asesinato, se sabe que la casa data de orígenes coloniales y fue utilizado durante muchas décadas como antiguo palacio de justicia contra crímenes de esclavos e indios en la época..."

 "...La única sobreviviente del hecho, la hija menor del matrimonio bajo interrogatorio preciso, no facilitó información sobre individuos desconocidos dentro de la vivienda antes o al momento de que se produjeran las muertes, por ser menor de edad, este periódico se reserva el nombre de la infante para salvaguardar su integridad social. Las autoridades policiales afirman que se seguirán..."


Escuché la perilla de la puerta que comunicaba con la sala contigua de la biblioteca, al haberla cerrado, quien fuese estaba intentando abrirla impacientemente, en un movimiento impulsivo abrí una de las ventanas de la habitación y salté hacia la calle que comunicaba, unos transeúntes al verme se mostraron intrigados con mi huida pero no hicieron reparo más que observarme desde la distancia. Me dirigí a la casa con rapidez pero disimulando juicio.

Aún con mi mente dando tumbos sobre lo que acababa de leer.


VII


Al entrar en la casa, decidí poner todo en mis maletas y guardar mis pertenencias lo antes posible, el deseo de salida eran inminente, me consideré agnóstico por muchos años y mi relación con dios fue algo poco estructurado pero siempre presente, no consideraba que había destinos escritos, quizá lo que viví estos días es la prueba irrefutable de que los acontecimientos en el universo tienen un fin o razón por la cual cumplirse. 

Hace unas horas, decidí sentarme en mi escritorio y plasmar a fuerza de letra el resumen de mi testimonio en este pueblo y en esta casa, con cada frase articulada fui perdiendo el deseo de huida y la esperanza de ver a mis familiares y amigos otra vez. Me he sumergido en sombras y lúgubres sentimientos como el primer día, y pasando el tiempo, siendo explicito en este manuscrito, tomo la salida fácil y quizá juzguen ustedes, la desconsiderada. No podré recuperarme nunca de lo que vi en estas paredes, ni el tratamiento psiquiátrico más exigente podrá borrar de mis pesadillas las imágenes y los sonidos que deterioraron cruelmente mis sentidos. Subrayo, tomo la salida fácil que me brinda esta casa, la cuerda y la viga están montadas, no culpo a nadie de mi destino, agradezco a todos por haber hecho de mi corta vida un enorme cause de experiencias y espero que en el fondo sepan comprender los desesperados intentos de un loco por encontrar la paz en los brazos de la serena muerte


Jacobo Paz. 





Casa ubicada en San Juan de los Morros, estado Guárico. Donde imaginé atrapado al protagonista del cuento.










Agradecimientos especiales a: 

@sarajimenezoraa y @WTFercho 


por su ayuda en nombres y detalles de este cuento.