(Papeles
encontrados en las pertenencias del recientemente fallecido dr Jacobo Paz )
Antes que nada, en mi paso por
esta montaña rusa de emociones a la que llamamos vida, me parece poco correcto
y hasta impertinente que colegas, amantes de la ciencia y por sobre todo el
método, promulguen deliberadamente la inexistencia de la magia y se escuden en
el escepticismo ante los hechos misteriosos que se den lugar en las más
extrañas circunstancias. Esto, queridos colegas, va para ustedes.
Me trasladé a este pequeño pueblo
a mediados de año para iniciar mis estudios en enfermedades relacionadas con el
clima tropical de las llanuras, esta región que responde al nombre de Santa
Trinidad es un pequeño pueblo del interior del país, hogar de folklore y
leyendas. Puedo dar fe de que la gente es bastante agradable, el centro
sanitario donde desarrollo mis investigaciones me ha prestado todos sus
servicios gentilmente y en general me gusta mucho este lugar. Había tenido
problemas con un sitio de residencia cómodo puesto que esta localidad no goza
de muchos lugares que se beneficien del negocio, pero ha sido el caso que
haciendo turismo por las pocas calles he encontrado una casa pequeña,
deshabitada, expresa en términos sencillos.
I
Me he tomado el tiempo para
estudiar la nueva casa donde pasaré el resto de los días para el curso y
desarrollo de mis investigaciones. Puede decirse que la casa tiene un
paupérrimo estilo victoriano, pero eso no le quita sus pequeños aires humildes
y campestres; la pintura corroída por el pasar de los años abandonada a su
suerte le ha causado cicatrices significativas, los matices viejos,
polvorientos de sus paredes, las grietas de sus machones y cimientos dan la
impresión de que años hostiles cargados con tormenta y olvido martirizaron
hasta la última parte de la estructura.
El techo, sombra de lo que antes
fue, se despliega sobre mi cabeza como un cielo oscuro sin estrellas, viejo,
soportado por enormes vigas grotescas de un color rojo que gracias al pasar
de los años ha ido perdiendo su intensidad. No sé nada sobre arquitectura,
ingeniería o las ciencias que hacen función en las labores de urbanización,
pero como parte de mi testarudez e incesante ocio en la observación de los
objetos, me atrevería a testificar que tales vigas son innecesarias para el
soporte, puesto que su tamaño rebasa la función que éstas le corresponde, a
menos que por supuesto estas se utilicen para otros desempeños. Lo dudo
muchísimo.
Hace rato, al ordenar mis libros
y demás pertenencias en el escritorio, me embargó un repentino sentido de
tristeza y melancolía, pero luego de rato en pensamientos he llegado a la
conclusión de que no debe ser más que nostalgia por mi familia y amigos dejados
en la capital. El humano y su susceptible puerta hacia la emoción,
ansiedad y anhelo.
II
Estoy acostumbrado a las pocas
horas de sueño pero esto es ridículo, en las noches no hago más que dar vueltas
sobre mi cama sin lograr conciliar el descanso, he puesto todo mi empeño en
dormir pero mi organismo se muestra inútil ante tal orden. No descarto la idea
de buscar consuelo en fármacos que puedan actuar en mi descanso.
Por otro lado, en el laboratorio
del centro sanitario todo ha ido muy bien, los cuerpos de sanidad de la región
y los pacientes se muestran muy positivos y abiertos con respecto a mis
entrevistas y mi interés por las peculiaridades de su idiosincrasia. Un punto
que hay que resaltar, es la pregunta curiosa de una de las enfermeras del
recinto llamada Jessica Lombardo, que luego de una charla llena de
trivialidades se ha tornado circunspecta al preguntarme cómo va todo en el
lugar de residencia, luego con más insistencia al preguntar sobre cómo me
siento y si estoy descansando lo suficiente. Me pregunto si ha sido parte del
sentido hospitalario de los habitantes o si se muestra preocupada por algo, no
considero que yo esté mostrando signos de cansancio en las horas laborales.
Como sea, esta misma tarde al salir del trabajo, he decido dar otro paseo por
el pueblo y me he encontrado con un conjunto de particularidades rurales que
recordé anotar en mi cuaderno para apuntes rápidos. La gente de estas zonas
ignora que sus costumbres pueden intervenir en el proceso de propagación de
infecciones y demás enfermedades, parte de mi labor es hacerles entender esto.
He pasado por la biblioteca
pública del centro urbano pero estaba cerrada, siendo así, seguí derecho hasta
mi residencia. Debo recordar pasar en algún momento cuando la institución se
encuentra abierta, me urge informarme sobre los orígenes históricos del
poblado, solo como detalles de mi tesis.
III
Otra noche en vela, en esta
región los fallos del servicio eléctrico son de escándalo.
Afortunadamente fui advertido de
esto y adquirí velas que se han transformado en mi única luz durante la morada
nocturna y entristecida. Sumergido en los pergaminos de Lovecraft y Edgar Allan
Poe he tenido aventuras lúgubres, angustiosas y sofocantes; pero nada tan
afligido como el aura de la atmósfera en esta casa, el silencio es aturdidor,
estoy al margen de escuchar mi propio corazón latir con fuerza zumbando en la
profundidad de mi pecho. La llama zigzagueante de la vela dibuja sombras
perversas, traicioneras… libres a la imaginación del observador, para nunca dar
tregua y emerger de mis propios recuerdos fantasmales.
- - Qué… ¿qué estoy
haciendo?
Vino a mi mente en un segundo, me
encontraba de pie en mis ropas de dormir justo en medio de la habitación,
somnoliento. La vela casi acabada, ¿acaso me había quedado dormido mientras
recitaba tales pensamientos tristes?; no recuerdo nunca haber sufrido
trastornos del sueño relacionados con el sonambulismo u otras extravagancias.
Me llevo las manos a la vista y me siento a la orilla de mi cama… ¡No recuerdo
haberme vestido con estas ropas ni haber dejado a la mitad mis ocupaciones!
Pero la tristeza me embargada de
nuevo al sentirme solo en esta casa, al sentirme vulnerable al cansancio
extremo y de sentir lástima por mí mismo. ¡Un ser que no recuerda justo lo que
estaba haciendo, con lapsos de lagunas mentales que se despierta a altas horas
de la madrugada presa de la confusión!
-“… psst, Jacobo, la
biblioteca…”
Una voz vino a mí, quizá producto
de mi somnolencia. Recuerdo la estructura de la biblioteca grande y
antiquísima, recuerdo el cartel de “cerrado”.
- “¿Estaba
cerrada o eso era lo que querías ver?”
Quise preguntar “¿Quién eres?”
pero el miedo ya había dominado la mayoría de mis sentidos. La ansiedad se
había hecho dueña de mi pecho, me costaba respirar y en ese instante la vela se
apagó, dejándome a la penumbra, vulnerable a aquello que me hablaba desde lo
desconocido, y fue exactamente cuando escuché las voces desde afuera de la
habitación… gente que sollozaba, lloraba y rogaba por piedad, fácilmente podía
creer que había una docena de hombres y mujeres afuera de mi cuarto todos en
agonía, gesticulando decenas de chillidos.
Víctima del pánico, un instante
estoy en mi cama, envuelto en sudor frío, son las 7 de la mañana, no hay tiempo
para pensar. Debo ir al trabajo.
IV
Cansado, en plena jornada laboral
quise tomarme un descanso al medio día; y aunque no quise comer decidí irme a
un pequeño establecimiento de comestibles donde me senté para reflexionar sobre
lo que abordaba mi mente, ¿qué había pasado anoche?, ¿habían sido pesadillas
mis impresiones sobre la velada anterior?, mis dedos tamborileaban en la mesa
mientras mi mente viajaba y repasaba decenas de hipótesis, una cada vez más
ridícula que la otra, pero todas y cada una con la única empresa de darle
sentido a los hechos de las pasadas horas.
Fue tan profundo mi lapso perdido
en cavilaciones que los minutos pasaron…, no sentí presencia de la dama
sino cuando ya estaba sentada en la mesa donde me encontraba. Ella era
Jessica Lombardo, la enfermera del centro sanitario con quien había charlado en pequeñas
ocasiones, la que se había mostrado preocupada por mi estado días atrás. Ella
me miraba seria y preocupada, con el semblante parecido a los que reflejan
situaciones lamentosamente repetidas.
- Doctor Paz, perdone mi imprudencia en primer lugar, sé que ha venido
aquí buscando descanso del trabajo, yo misma vengo en ocasiones a lo mismo. He
pasado por su oficina hace rato y me dijeron que lo vieron caminando en esta
dirección.
-Ja ja ja - reí algo apenado - por favor llámame Jacobo, no soy
hombre de formalismos; sí, la verdad es que estoy aquí desde hace un buen rato
“echando el carro”, qué vergüenza contigo que me encuentres así soñando
despierto, ¿qué se te ofrece? – ofreciéndole sonrisa incómoda.
- Me preocupa usted
Jacobo – su mirada se tornaba seria sin vacilaciones- no puedo evitar
preguntarme si se encuentra bien o si tiene algún percance en el cuál yo o
cualquiera del personal podamos ayudarlo, es usted nuestro invitado en la
localidad. Y si por mera casualidad tiene un problema no dude en avisarnos...
Su determinación al hablarme era
casi avasalladora, estuve a punto de contarle mis testimonios de las últimas
noches en aquella casa y la voces que escuché, pero en una rápida forma de
evadir sus palabras, me acomodé torpemente en la silla y hablé.
-Ciertamente Jessica,
no has podido ofrecerme en mejor momento tu ayuda, verás, he querido entrar a
la biblioteca pública de acá…, pero en las ocasiones en las que he pasado la he
encontrado cerrada, ¿todavía se encuentra funcionando o algo por el estilo?, me
temo a que esté cerrada a la gente, quisiera buscar información sobre los
orígenes de Santa Trinidad.
- Sabe que no me
refiero a esa clase de ayuda doctor – esta vez su mirada se torno más
condescendiente – en nuestro pueblo tenemos un sentido de responsabilidad
prudente para con nuestros visitantes, y si un dirigente de salud que viene a
prestarnos sus servicios no se siente cómodo, entonces estaríamos faltando a
nuestros ideales hospitalarios. Si verdaderamente necesita algo, le reitero, no
dude en avisarnos.
Se levantó de la silla y antes de
retirarse, volvió una vez más hacia mi con la mirada seria del principio de la
conversación.
- La biblioteca
actualmente se encuentra en remodelación, pero si es tan importante para usted,
haré que lo reciban cuando se dirija ahora mismo o cuando lo desee.
Se marchó sin despedirse. Antes
de preocuparme por el hecho de empezar a sentirme acosado tanto en mi
lugar de residencia como de trabajo, me alegré por el hecho de que ese mismo
día, me recibirían en la biblioteca. Decidí tomarme el resto de la tarde.
La biblioteca adentro era mucho
más pequeña de lo que me imaginaba, muchas estanterías y anaqueles se
encontraban vacíos, los libros por docenas en cajas para protegerlos de la
pintura reciente que se encontraba en las paredes. Me recibió un hombre de tercera
edad muy amable, que me condujo a una sala vacía con un escritorio lleno de
libros con información local, aparentemente todo lo que necesitaba. Parece que
Jessica había dado órdenes bastante puntuales con respecto a mi llegada,
desearía no haberle dicho qué quería buscar exactamente en los libros.
Antes de sentarme, noté que en el
otro extremo de la habitación se encontraban dos ordenadores viejos y
polvorientos. Me pregunté si funcionaban y pareciese que el buen anciano
escuchase mi pensamiento pues me explicó diligentemente que estos computadores
tenían en sus archivos artículos relacionados con el valor histórico de Santa
Trinidad, así como también gráficos de población, mapa político y otros tópicos
que podrían interesarme, y que estaban a mi servicio. Le agradecí con un
estrechón de manos y me dispuse a ver el material que tenía ante mi vista.
En unas horas había podido
recolectar el orden de las cosas que buscaba, además de ciertos aspectos
históricos e interesantes que me tome la molestia de sustraer en hojas con
lápiz grafito. Luego de haber leído los libros, quise ponerle mi mano encima a
ese viejo computador, con la esperanza de encontrar ilustraciones que le diesen
color a mi trabajo.
Pasé mucho tiempo en el ordenador
pero lamentablemente ninguna de las imágenes logró causar ese interés que
estaba buscando…, me parecía que colocar un mapa político, de aguas o
fotografías de granjas poco o nada tenían que ver con la investigación, por
ello decidí tomar un par de imágenes arcaicas sobre las extensiones del pueblo,
las imprimí y justo antes de apagar el equipo noté que había una carpeta en la
imagen del escritorio que respondía al nombre de “historial de prensa”. Titubeé
un par de segundos, sabía que no tenía nada que buscar en esa dirección, pero
luego me mentí a mi mismo que quizá en los periódicos de años atrás encontraría
datos importantes de qué se yo…, ¿Noticias de Santa Trinidad?, abrí la carpeta
y aparecieron en orden desde la primera hasta la última impresión del periódico
local en imágenes escaneadas, me decía a mi mismo que curioseando daría con una
noticia de carácter histórico, tal vez un brote epidemiológico, no lo sé, pero
cuando vi el reloj ya eran las 6 de la tarde, estaba anocheciendo y el buen
hombre ya me había dicho que tenía que cerrar. Apagué el equipo y tomé todos
los datos recopilados, le agradecí al buen hombre y me dirigí a mi hogar.
V
Ya en mi escritorio un par horas
después no tengo tiempo para pensar en nada y me dispongo a trabajar. Me duele
la cabeza, mis oídos me zumban y ensordecen como el que baja o sube de una
montaña sintiendo el cambio de la presión atmosférica, me siento mucho más
cansado; he ordenado de la siguiente forma el orden cronológico en partes
para entender mejor la situación actual de Santa Trinidad.
1) Asentamiento del
pueblo de Santa Trinidad en 1592 por conquistadores españoles como parte del
proceso de colonización de los llanos centrales.
-“…Yo,
no…”
2) Exterminio de la
mayoría de tribus aborígenes y avasallamiento de los que dejaron vivir por
parte de los españoles, empieza el proceso de mano de obra esclava.
-“…Por
favor…”
3) Colonización, el
cabildo en Santa Trinidad es próspero al orden de la corona española.
-“¡ME
ASFIXIO!”
Ese último grito me hizo perder
la paciencia levantándome de la silla. Escuchaba las voces tan cerca de mi
oído, no era producto del sueño, trataba de concentrarme pero el silencio era
profanado por lamentos, los quejidos, tantas voces al mismo tiempo suplicantes
y dejándome atónito, sentía que me gritaban y hacían estallar mi cordura, por
un momento me sentía sacado de quicio y sin darme cuenta las lágrimas empezaron
a correr por mis mejillas, sentía su dolor, un sentimiento de tristeza como el
que te corta el alma en el funeral de tus seres queridos…, no sabía cómo pero
el pánico que expresaban podía quemarme a mí también en carne viva, salí de mi
habitación con las manos en mi cabeza, dando tumbos en todas direcciones con la
idea de salir de la casa, tenía que huir de ahí y al abrir la puerta para
pasar por la sala - me estremezco en este momento al escribir semejante
monstruosidad - mis ojos se vieron testigos de la más grotesca imagen que
recordaré por siempre hasta el resto de mis días; ellos quienes hablaban y
gritaban, estaban frente a mí, todos, dos docenas, quizá más… colgados del
cuello y en el otro extremo la cuerda en nudo con las vigas, los ojos
desorbitados casi salidos de sus cuencas, se encontraban suspendidos, algunos
desnudos, negros esclavos e indios con ropas de antaño y - Dios sabe de cuánto
tiempo - con cicatrices en todo el cuerpo condenados a morir en la horca, ¡en
esta misma casa!, una pareja con características contemporánea y cerca de ellos
niños con el parentesco fenotípico de los mayores, di un paso atrás, ahora no
sabía qué debía hacer cuando una presión sobre mi pecho me hizo precipitarme al
suelo, debí morir un poco en ese momento o al menos eso creí. Desperté poco
antes del alba en la sala, no sabía si había sido un sueño o producto de mi
estrés de paranoica para con esta casa.
Estoy divagando en mi mente y no
sé lo que es real, con lo que vi anoche puedo dar fe de que me encuentro en un
declive mental por el que jamás había experimentado nunca. Quisiera encontrar
mi norte otra vez para saber qué demonios es lo que está pasando aquí y qué es
lo que quiere Dios que haga sobre las cosas que me está mostrando y haciéndome
sentir. Imaginando la gravedad de las cosas, solo mi mente pudo articular una
serie de verbos: "Ajusticiamiento, asesinato" y me vino a la cabeza
como un relámpago ensordecedor, el historial de prensa en los ordenadores de la
biblioteca (hoy mismo no sé si yo mismo lo pensé o la voz me lo susurro
nuevamente).
VI
Asistí a la oficina más por mi
deber de cumplir que por ganas de trabajar, estaba sufriendo alucinaciones
constantes, más en el plano auditivo que cualquier otra cosa..., detestaba
parpadear, el solo hecho de cerrar mis ojos por un instante me hacía ver las
imágenes de los martirizados en la horca, aún no me explico cómo pude
mantenerme cuerdo durante tantas horas sin colapsar (en el momento que escribo
esto no doy fe de mis facultades mentales), la voz desde el interior de mi
cabeza me susurró durante tiempo...
- "...23, del 10, del 67..."
Durante el día no comí, y busqué a la licenciada Lombardo por todo el establecimiento de
sanidad pero no fue ese día a trabajar al parecer, no quise hablar con nadie
por miedo a que me acusaran de algo o que se sintieran asustados por mi
comportamiento paranoico, las ganas de abandonar todo eran indescriptibles,
salí de la oficina y caminé rumbo a la casa una vez mas, entraría para sacar
mis cosas, le pagaría a alguien para que me ayudase en el traslado e me iría a
mi ciudad de origen para así librarme de este sentimiento de tristeza que me
embargaba y me volvía cada minuto menos lúcido. Vi la biblioteca y una
repentina sensación de estímulo cruzó por mi mente, tenía el cartel de cerrada,
sí, pero se encontraba abierta para el que empujase la puerta... crucé el
portal con sigilo, nadie me esperaba, por lo tanto no quería que me viesen ahí,
en completo silencio me dirigí a la habitación donde estaba el computador y
cerré la puerta con seguro tras mi espalda.
Sabía la fecha que tenía que buscar, no tardé mucho en encontrarla y averiguar
de una vez por todas de qué se trataba todo este sentimiento mórbido, ese deseo
de descubrir qué se escondía en esa fecha; pero otra vez el sentido de
curiosidad me llevaba a callejones de locura y horror, haber dado este paso fue
el quebranto de mi espíritu de raciocinio y metodista.
23/10/1967
Suicidio
colectivo de familia deja atónita a Santa Trinidad
"Un hecho atroz sacudió
la localidad de Santa Trinidad y los llanos centrales del país cuando se supo
que en la madrugada del 23 de Octubre de 1967, en una pequeña vivienda del
extremo este del pueblo, la familia Lombardo bajo extrañas circunstancias decidiera
segar sus vidas de manera colectiva colgados sobre en las vigas de la
residencia..."
"...Las autoridades
descartan cualquier hipótesis sobre posible asesinato, se sabe que la casa data
de orígenes coloniales y fue utilizado durante muchas décadas como antiguo
palacio de justicia contra crímenes de esclavos e indios en la época..."
"...La única
sobreviviente del hecho, la hija menor del matrimonio bajo interrogatorio
preciso, no facilitó información sobre individuos desconocidos dentro de la
vivienda antes o al momento de que se produjeran las muertes, por ser menor de
edad, este periódico se reserva el nombre de la infante para salvaguardar su
integridad social. Las autoridades policiales afirman que se seguirán..."
Escuché la perilla de la puerta
que comunicaba con la sala contigua de la biblioteca, al haberla cerrado, quien
fuese estaba intentando abrirla impacientemente, en un movimiento impulsivo
abrí una de las ventanas de la habitación y salté hacia la calle que
comunicaba, unos transeúntes al verme se mostraron intrigados con mi huida
pero no hicieron reparo más que observarme desde la distancia. Me dirigí a la
casa con rapidez pero disimulando juicio.
Aún con mi mente dando tumbos sobre lo que acababa de leer.
VII
Al entrar en la casa, decidí
poner todo en mis maletas y guardar mis pertenencias lo antes posible, el deseo
de salida eran inminente, me consideré agnóstico por muchos años y mi relación
con dios fue algo poco estructurado pero siempre presente, no consideraba que
había destinos escritos, quizá lo que viví estos días es la prueba irrefutable
de que los acontecimientos en el universo tienen un fin o razón por la cual
cumplirse.
Hace unas horas, decidí sentarme
en mi escritorio y plasmar a fuerza de letra el resumen de mi testimonio en
este pueblo y en esta casa, con cada frase articulada fui perdiendo el deseo de
huida y la esperanza de ver a mis familiares y amigos otra vez. Me he sumergido
en sombras y lúgubres sentimientos como el primer día, y pasando el tiempo,
siendo explicito en este manuscrito, tomo la salida fácil y quizá juzguen
ustedes, la desconsiderada. No podré recuperarme nunca de lo que vi en estas
paredes, ni el tratamiento psiquiátrico más exigente podrá borrar de mis
pesadillas las imágenes y los sonidos que deterioraron cruelmente mis sentidos.
Subrayo, tomo la salida fácil que me brinda esta casa, la cuerda y la viga
están montadas, no culpo a nadie de mi destino, agradezco a todos por haber
hecho de mi corta vida un enorme cause de experiencias y espero que en el fondo
sepan comprender los desesperados intentos de un loco por encontrar la paz en
los brazos de la serena muerte
Jacobo Paz.
Quise preguntar “¿Quién eres?” pero el miedo ya había dominado la mayoría de mis sentidos. La ansiedad se había hecho dueña de mi pecho, me costaba respirar y en ese instante la vela se apagó, dejándome a la penumbra, vulnerable a aquello que me hablaba desde lo desconocido, y fue exactamente cuando escuché las voces desde afuera de la habitación… gente que sollozaba, lloraba y rogaba por piedad, fácilmente podía creer que había una docena de hombres y mujeres afuera de mi cuarto todos en agonía, gesticulando decenas de chillidos.
Ese último grito me hizo perder la paciencia levantándome de la silla. Escuchaba las voces tan cerca de mi oído, no era producto del sueño, trataba de concentrarme pero el silencio era profanado por lamentos, los quejidos, tantas voces al mismo tiempo suplicantes y dejándome atónito, sentía que me gritaban y hacían estallar mi cordura, por un momento me sentía sacado de quicio y sin darme cuenta las lágrimas empezaron a correr por mis mejillas, sentía su dolor, un sentimiento de tristeza como el que te corta el alma en el funeral de tus seres queridos…, no sabía cómo pero el pánico que expresaban podía quemarme a mí también en carne viva, salí de mi habitación con las manos en mi cabeza, dando tumbos en todas direcciones con la idea de salir de la casa, tenía que huir de ahí y al abrir la puerta para pasar por la sala - me estremezco en este momento al escribir semejante monstruosidad - mis ojos se vieron testigos de la más grotesca imagen que recordaré por siempre hasta el resto de mis días; ellos quienes hablaban y gritaban, estaban frente a mí, todos, dos docenas, quizá más… colgados del cuello y en el otro extremo la cuerda en nudo con las vigas, los ojos desorbitados casi salidos de sus cuencas, se encontraban suspendidos, algunos desnudos, negros esclavos e indios con ropas de antaño y - Dios sabe de cuánto tiempo - con cicatrices en todo el cuerpo condenados a morir en la horca, ¡en esta misma casa!, una pareja con características contemporánea y cerca de ellos niños con el parentesco fenotípico de los mayores, di un paso atrás, ahora no sabía qué debía hacer cuando una presión sobre mi pecho me hizo precipitarme al suelo, debí morir un poco en ese momento o al menos eso creí. Desperté poco antes del alba en la sala, no sabía si había sido un sueño o producto de mi estrés de paranoica para con esta casa.
Durante el día no comí, y busqué a la licenciada Lombardo por todo el establecimiento de sanidad pero no fue ese día a trabajar al parecer, no quise hablar con nadie por miedo a que me acusaran de algo o que se sintieran asustados por mi comportamiento paranoico, las ganas de abandonar todo eran indescriptibles, salí de la oficina y caminé rumbo a la casa una vez mas, entraría para sacar mis cosas, le pagaría a alguien para que me ayudase en el traslado e me iría a mi ciudad de origen para así librarme de este sentimiento de tristeza que me embargaba y me volvía cada minuto menos lúcido. Vi la biblioteca y una repentina sensación de estímulo cruzó por mi mente, tenía el cartel de cerrada, sí, pero se encontraba abierta para el que empujase la puerta... crucé el portal con sigilo, nadie me esperaba, por lo tanto no quería que me viesen ahí, en completo silencio me dirigí a la habitación donde estaba el computador y cerré la puerta con seguro tras mi espalda.
Sabía la fecha que tenía que buscar, no tardé mucho en encontrarla y averiguar de una vez por todas de qué se trataba todo este sentimiento mórbido, ese deseo de descubrir qué se escondía en esa fecha; pero otra vez el sentido de curiosidad me llevaba a callejones de locura y horror, haber dado este paso fue el quebranto de mi espíritu de raciocinio y metodista.