lunes, 23 de febrero de 2015

"DIOS NO CASTIGA"

De chico nunca fui un muchacho especial. 

Hice todo lo que hacen los niños; correr, jugar con pelotas, reírme muchísimo y estar metido en montes hasta las rodillas volteando piedras y viendo a las hormigas caminar en fila. Quizá en lo que fui un poquito más sobresaliente que algunos chicos, era que le buscaba la vuelta a la mayoría de las preguntas que se formulan cuando se es pequeño. Las mentes que van creciendo y viendo al mundo, en un principio asombradas por su complejidad buscan respuestas en los entes más cercanos y experimentados, como la familia. La chispa en todo esto, era la forma a cómo yo diseñaba la pregunta o afirmaba las cosas. La religión era (y creo que aún es) mi punto favorito en este contexto. 

Cuando tenía como 9 años, siendo biológicamente un niño pero culturalmente un hombre, iba a clases de 4to grado en el colegio donde cursé todos mis estudios de primaria y bachillerato. Aquel colegio privado católico, como sus características, era estrictamente dirigido a enseñar a los jóvenes los valores éticos y morales que recomienda la iglesia, el cristianismo, la biblia y todo el conjunto cosas que engloban a la religión más difundida del mundo.

Tal cosa era que teníamos además de la maestra de primaria que nos daba las clases básicas y competentes, a una monja que nos daba cursos de religión una vez por semana. Estas consistían en leer la biblia, conocer sobre Dios, Jesús y básicamente manipular a los chicos para que fuesen a parar a un seminario de curas de forma subliminal. Casi casi lo logran. 

Un día, luego de la típica clase de religión con la monja, caminábamos en fila todos los estudiantes del 4to "B" hacia el salón de clases donde nos esperaba la profesora para seguir con el día académico promedio. Nos preguntó sobre cómo la habíamos pasado, luego del "¡Bieeeeeen!" al unísono ella empezó a organizar papeles en el escritorio y hablar sobre la importancia de tener una buena relación con Papadios. 

Mis oídos recuerdan haber escuchado la frase: "Porque muchachos blablabla..., recuerden que Dios no castiga... la que castiga es la vida, Dios nos ama y jamás nos haría daño porque siempre va a perdonarnos".

"Dios no castiga"

"Dios No Castiga"

"NO CASTIGA".

En mi cabeza de niño se activó el switch de la curiosidad, dando paso a la impertinencia inocente y junto con el intenso pero poco experimentado sentido de la lógica me hizo abrir la boca inmediatamente, y preguntarle a la maestra que "¿cómo así que Dios no castiga y que es la vida la que castiga, maestra?"

Ella muy pacientemente me explicó, en un tono para que todos escuchasen, que Dios había diseñado la vida y el universo de tal forma que el hombre gozase del privilegio absoluto y divino de hacer lo que quisiese. Un libre albedrío tal que nos permitía elegir el camino que mejor nos pareciese... pero que estas decisiones son las que nos harían ser en la vida felices, prósperos, sanos o todo lo contrario. La vida se encargaría de darnos el fruto o la cosecha que habríamos sembrado con nuestros actos. 

Cuando terminó la vi mucho rato..., ella me sonreía, segura y contenta de que me había dado una respuesta perfectamente clara y precisa. Grave error.

"Pero maestra... si Dios nos hizo a todos, a los hombres, a los animales, el sol, las cosas... nos dio para pensar y comer, vivir y creer, todo eso... las leyes que hay de que podemos ver el color azul, tener miedo y ello..., ¿también no crearía esa fuerza del castigo a partir de la vida?, de forma que si creó la vida, todo lo que es y no es como lo vemos... ¿no creó también el poder para que la vida nos castigase?, eso quiere decir que dios sabe que estamos siendo castigados porque él lo hizo así... o sea que él castiga"

Silencio sepulcral. 

Recuerdo a todos los niños dejando de copiar, parando todo lo que estaban haciendo para escuchar lo que decía. La maestra se quedó no atónita... si no, interesadísima en que un chico le replicase una afirmación a base de los primeros, primerísimos vestigios de lógica y razón a base de filosofía. Al menos yo lo creo así. 

Volvió con su teoría de un padre con amor infinito y piadoso. Dios, según su tésis, era el ser que había diseñado el universo y me daba la razón en mis pequeñas ideas postuladas... pero que bajo ningún concepto había creado algo para castigarnos y mucho menos quería ello para nosotros. 

Típico de los chicos, un sector apoyaban a la maestra, haciéndome saber de forma directa que estaba en un error garrafal, en un tono donde me insinuaban que básicamente pensar de la forma que yo lo hacía era un pecado y una estupidez. 

Volví con lo mismo:

"Pero profe... profe, yo pienso que es así... dios castiga porque él hizo las cosas tal como son, ¿no? entonces él está no solo consciente de que nos castiga la vida, sino que él dio para que recibiésemos ello"

Mi contraataque fue menos rico esta vez, pero el argumento era tan sólido como lo es ahora (si es que creyese en algún Dios), tanto es así que si me viese en un pasado teniendo 9 años y diciendo tales argumentos me felicitaría... ¡qué huevos que tuve!.

Ella negaba con la cabeza y los ojos cerrados... pero pude notar que titubeaba, que en un sentido lógico, en un criterio serio era totalmente razonable pensar de esa forma. ¿Qué el hombre con sus sacramentos, su celibato a los curas, sus oraciones repetitivas en rezos, sus abstenciones en tales fechas sobre lo que hay que comer o beber, no eran un fruto del continuo razonamiento filosófico interpersonal de lo que creía Dios conveniente para sus hijos? porque nada de eso sale en la Biblia, que yo recuerde. 

"Estás equivocado Rony... ¡Dios no castiga!" - Dijo la gorda del salón. 

"Somos muchos contra ti Rony... " - Dijo otro pendejo como si tal argumento fuese a desnudarme lo que decía. 

Al final la maestra dio una declaración de tregua, más no de capitulación ante mi tesis. 

"Respeto lo que dices Rony, está en tu libre albedrío pensar así... tu regalo de Dios, y él te hará saber tarde o temprano si estás en lo correcto o no"

Y así continuó la clase, el día, la semana, el mes y el año... pasé de grado, me gradué de bachiller y hoy ando en la universidad. Jamás eso se fue de mi mente. 

Para mi Dios está muerto... o bueno, estoy seguro que nunca existió. Pero si fuese creyente preferiría creer en lo que dice la Biblia con respecto a él que tener afirmaciones basadas en las emociones, porque también soy pecador y el diablo me estaría tentando para desviarme del camino correcto ¿no?. La religión es jodidísima. 

Aquella discusión con mi maestra del 4to grado fue hace más de 10 años. Después de haber corrido tanta agua bajo el puente, y habiendo leído tantas cosas de la biblia ( que en comparación con verdaderos estudiosos del libro no es un carajo) me encontré con algo que me hizo reírme mucho. 

Muchísimo en verdad. 

Del libro de Nahúm, del Viejo Testamento.



Un abrazo muy grande a la maestra Dianora. A quien le agradeceré toda mi vida su excelente labor en la enseñanza y legarnos un sentido de valores propios de una persona honorable.