August se movió a la derecha esquivando la
primera embestida de mamo. Pasó tan cerca que sintió cómo vibró el aire casi
rozándole la piel.
-
Demasiado fuerte, si me golpea estaré
acabado – Bengal
recordaba con qué facilidad el grandote había lanzado la mesa contra Ser Waymar
y Louis – No solo es su fuerza, también
es su brutalidad que le da un plus en combate físico, empieza con el pie
derecho la carrera y por la forma como sostiene el hacha, usa la izquierda para
finalizar la embestida.
August puso su pierna izquierda delante y
la derecha atrás, empezó a dar pequeños saltos cortos, necesitaba ser rápido
contra un hombre que no podría vencer a la primera, mamo ya llevaba varios
minutos de combate y apenas sudaba, Bengal reparó en esto y tragó saliva.
Mamo embistió otra vez, August esquivó y
apuntó contra su nuca, falló y le dio en la espalda, el gigante rugió y giró
sobre su propio eje, el hacha afilada se dirigió directo a su cuello pero
Bengal había anticipado esto y se dejó caer al suelo, el hacha pasó volando
cerca y pudo ver cómo pasaba por encima de su cabeza mientras él se acercaba al
piso, la fuerza de Mamo había sido tal que su cuerpo se dejó llevar por la
dirección de su brazo y trastabilló en su equilibrio, quedando solo sobre el
pie derecho, August no lo dudó y desde el suelo con la suficiente fuerza pateó
detrás de la rodilla del rapado y ésta doblándose, hizo que el gigante cayese
sobre su rodilla.
August gateó rápido alejándose de mamo y
volviendo a levantarse, vio a todos los hombres alrededor de él…, Dick escupía
desde su rincón y otros hermanos de la guardia le habían dado el espacio para
enfrentarse a mamo, nadie se metía, era su oportunidad para presentarse ante
todos. Le hubiese gustado saborear más el momento pero ya tenía al gigante
encima.
Mamo atacó primero con el hacha de su mano
derecha, August trató de desviarla con su espada, graso error, la fuerza del
rapado era cinco o seis veces la de Bengal, apenas las armas se tocaron los
brazos del joven vibraron al sentir la brutal fuerza del gigante. La espada sin
filo voló de las manos de August y se enterró sobre la tierra gélida.
-
¡Es un monstruo! – Pensó Bengal. Pero pensar era un gusto que
no podía darse, esta vez el hacha de la mano izquierda era la que iba a
descender sobre su cabeza, pero August esto también lo sabía…, Mamo terminaba
las envestidas con la izquierda, siempre con la izquierda, así que Bengal solo
tuvo que dar un paso al lateral y ver cómo la humanidad de mamo pasaba de
largo, el gigante volvió a quedar sobre una pierna y August, posicionándose detrás
del gigante, con un salto se afincó totalmente detrás de la rodilla de mamo,
esta se dobló, tronó y el gigante cayó al suelo.
Cuando August tomó la espada desde el mango, desatascándola del
suelo, veía a Mamo tratar de levantarse y caer, luego volvía a gritar y se tomaba
con las manos la rodilla.
Lo miraban todos los hombres en el patio
de armas, Ser Thorne lo escudriñaba desde su posición en la tarima y Dick se
acercó a él, palmeando su espalda.
-
Bien hecho, muchacho. – Escupió la hojamarga roja como la sangre
y miró a Thorne – buen recurso el de
dejarse caer y golpear al monigote en la pierna de apoyo. Se ve que esos del
Fuerte Cerwyn entrenan bien a sus hombres.
Se necesitaron varios hermanos de la
guardia para contener a mamo mientras se le obligaba a tomar la leche de
amapola que lo dejaría sedado varias horas.
-
Al gigante lo saqué de las mazmorras de un
castillo en las tierras de los ríos, – Le dijo Dick a Ser Thorne cuando éste bajo a posicionarse para
examinar de cerca a Mamo, Dick volvió a escupir su hojamarga y miró al
hombretón desmayado – había una gran
confusión cuando llegamos al lugar a pedir voluntarios para la Guardia…, el
maestre del lugar me informó del caso de éste hombre a quien se le llama Mamo. Ha
habido asesinatos en varios caminos verdes, sobre todo en las cercanías de las
carreteras que van entre Molino de Piedra, Aguasdulces y Seto de Piedra. Este
hombre vivía cerca de una posada del Hombre Arrodillado, parece que repartía y
vendía panceta hecha por su vieja madre, el caso es que en su guarida se han
encontrado pertenencias que se podrían haber relacionadas con las víctimas. Se
le dio orden de captura y se le sometió a juicio. A pesar de que el veredicto
se había aplazado por la imbecilidad de éste sujeto a la hora de actuar, mucha
gente tenía en duda que éste hombre fuese el autor de los crímenes.
-
¿Y qué has pensado tú, Dick?- Preguntó Ser Flanagan.
Dick volvió a escupir al suelo, la mezcla
viscosa color vinotinto se chorreaba entre su labio inferior, como si fuese
sangre, le sonrió al explorador.
-
Los que hemos matado podemos encontrar los
ojos del asesino con solo mirarlo…, cuando vi a éste hombre encerrado en su
celda, acurrucado y llorando, con solo ver sus ojos, supe que era culpable. Ofrecí
traérmelo y los señores del lugar me lo concedieron.
-
Entonces a vuestro criterio este hombre es
culpable de los crímenes por los cuales fue acusado, ¿o me equivoco?- Señalaba el Maestre de Armas del Castillo
Negro.
-
Culpable es, Ser Thorne.
-
Culpable de asesinato despiadado y encima
cobarde. Debisteis dejar que lo colgaran, Dick.
El Maestre Aemon, quien había permanecido
en silencio en sus túnicas, se acercaba al patio central ayudado por el brazo
de Bowen Marsh, Bengal veía cómo Mamo era llevado por varios hombres al
interior del Castillo Negro, arrastrado sobre una improvisada camilla que
servía para movilizarlo dado su tamaño y peso.
-
Cualquiera de estos hombres, Ser Thorne – Hablaba el Maestre con su anciano y quebradizo tono – ha tenido en sus vidas pecados qué
arrastrar, pero aquí en la guardia pueden redimirse y ser útiles para proteger
el reino de los hombres.
Ser Thorne apenas reparó en las palabras
del anciano y mandó a los reclutas a formar otra vez.
-
Menos tú…, - Se dirigió a August Bengal - ¿Castillo de los Cerwyn, eh?, estoy seguro
que no ha sido de mucho esfuerzo para ti vencer a basuras como esa, ¿no?,
después de todo…, - Le miró desde arriba abajo con malicia – se te ha entrenado para pelear, ¡sube esa
espada, veamos de qué está hecho el chico!
August Bengal volvió al centro donde
minutos antes había bailado con Mamo, estaba tranquilo, era más riesgoso pelear
contra un hombre que quería matarlo a vérselas contra uno que solo pensaba en
desarmarlo. Los combates de entrenamiento en los patios de armas siempre
terminaban cuando uno de los oponentes dejaba al otro sin arma, no había mucho
de lo que perder, excepto por el respeto. August no quería perderlo.
Ser Thorne miró al resto de hombres, Ser
Waymar Royce todavía tocía en una esquina, Louis estaba volviendo a la fila y
Ripper no iba a ser oponente para Bengal. Miró a los otros hombres, todos
pintas de granjeros o mal vivientes, la clase paria de los siete reinos – a excepción de los que llegaban como voluntarios del Norte – llegaban en
grupos grandes, hambrientos, confundidos y muchos sin saber alzar un palo para
luchar.
-
¡Eh… dorniense, aquí tú lanza! - Donal Noye apareció nuevamente y lanzó al hombre una vara roma
cuya longitud y diámetro era bastante parecido al arma que había depositado el
sureño en el suelo, sin la hoja afilada. El dorniense la sujetó y la hizo girar
en su mano dos veces, luego la ahincó al suelo y la sobó. Bufió y soltó a
regañadientes.
-
Servirá…
-
¿Entonces qué estáis esperando? – Le espetó el maestro de armas mientras
volvía al tarimado, el viento sopló gélido y la capa negra se estiró tras sus
hombros, dibujando formas arcaicas, al tiempo que su guante también negro
señaló a Bengal – ¡El chico de Cerwyn te
está esperando!
August estiró las piernas y resopló.
Aprestó la espada sin filo y volvió a la posición típica de guardia, la sabida
desde años, pierna izquierda adelante y derecha atrás, saltos cortos y rápidos.
-
<< No he visto cómo lucha – pensó Bengal – y él sí ha podido verme…, debo ser rápido. Usa una lanza, así que debo esperar estocadas directas, debo pelear de
cerca, los de lanzas siempre usan el combate a media distancia >>
El dorniense dejó su bolsa sobre el suelo,
enterró su arma y descolgó de ésta dos medallones con figuras del sol de Dorne,
uno color dorado y el otro rojo, ambos estaban sujetos con un cordón
ligeramente amarillo y luego de besarlos los ató a la vara con la que iba a
justarse.
Por un momento el viento gélido dejó de
soplar en el Castillo Negro, las banderas y las capas dejaron de moverse y hubo
silencio. August sólo escuchaba su corazón, ahora latía con fuerza y podía
sentirlo en su garganta, la diferencia de pelear con mamo a pelear con un
hombre que sabía de armas era abismal, aunque por un segundo Bengal apretó las
muelas y dio un paso al frente, había justado con hombres de la misma edad, más
jóvenes y más viejos que el que tenía delante.
-
<<
¡Evita el combate de media distancia,
mantenlo cerca y no tendrá espacio para usar la lanza! >> - Pensó
Bengal casi en voz alta, empuñó la espada y se abalanzó sobre él, tres pasos
largos en esprint y lanzó una estocada directa al costado izquierdo, un leve
pero firme movimiento de la vara detuvo el avance del arma de August.
-
<<
¡No lo moví ni un poc…! >>
Un puñetazo aplastó el cartílago nasal de
Bengal, crujiendo como una nuez bajo una pesada bota, solo que la nuez era la
nariz del joven y la bota eran los nudillos del dorniense que se habían impactado
sobre su cara. Los ojos de Bengal se vinieron en lágrimas, y antes de
replegarse y volver a ponerse en posición de guardia la vara de punta roma se
enterró sobre su vientre, sacándole el aire y empujándole hacia atrás con mucha
fuerza.
Trastabilló dos pasos e hizo un esfuerzo
sobrehumano para quedarse de pie, abrió los ojos y estos estaban inundados en
aguas. Toda la guardia lo había visto.
-
<<
¡Ya estaría muerto…! >>
Pero no lo estaba, solo estaba noqueado y
confundido, en su rostro la sangre manaba a borbotones, metiéndosele entre la
boca y llenando de hierro el sabor de la lengua y calentando su cabeza.
El dorniense apenas se había movido, con
un solo movimiento de su derecha había detenido la estocada de August y había
dejado a éste sin guardia para recibir el golpe que lo había terminado
partiendo, el segundo golpe con la vara solo había servido para sacar la
distancia tan preciada de los hombres que pelean con la lanza. El sureño giró
la vara sobre su mano y la clavó verticalmente sobre el suelo, en posición de
espera, como quien da por terminado algo.
-
¡Ve a llorar al castillo de los Cerwyn! – Escuchó a la lejanía, no estaba del todo
orientado pero podía recordar el timbre de voz de Ser Waymar Royce, casi en
éxtasis.
¿Cuándo había sido la última vez que había
sangrado?, ¿contra quién?, ¿había sido de la mano de Claud, su hermano?, no,
Claud apenas podía aguantar la ráfaga de August en los combates del fuerte,
éste nunca habría podido tocarle la cara, ¿habría sido Ser Bastian?, tampoco,
su hermano mayor no le habría roto la humanidad a propósito… y menos en un
fogeo de entrenamiento. ¿Esto era lo que se sentía ser roto?, ¿había podido
alguien tocarle en sus años de escudero en el castillo Cerwyn?, un hombre
acababa de hacerlo, un sureño, y apenas se había movido para vencerlo y dejarlo
en ridículo ante todos.
-
¡Dick…, cada vez los traes peores… dile al
norteño que se quite del medio, en vez de sangre de la nariz tendría que
recogerse las tripas en un verdadero combate! – Espetaba desde la tarima Ser Alliser
Thorne.
August Bengal volvió a alzar la espada y se posicionó
en la ensayada guardia, todavía manaba sangre de la nariz y de sus ojos
escapaban algunas lágrimas.
-
Ya estáis muerto, chico…- Le dijo el hombre de la vara, con una ligera sonrisa y
sus entrecerrados ojos, August sabía que éste disfrutaba diciéndolo.
-
<<
Cometí un error subestimandolo, dejé mi guardia
descubierta…, ¡pero no volverá a pasar! >>
August
dio de nuevo sus saltos cortos, sintió cómo todos los observadores hacían
silencio nuevamente; aunque había sido derrotado, se notaba que todos querían
ver un segundo encuentro, había sido tonto dejarse vencer así del dorniense y
los demás lo sabían, querían un segundo encuentro y August iba a dárselos.
El joven
Bengal tomó impulso y cortó los 2 metros de distancia en menos de un segundo.
El Dorniense levantó la lanza del suelo, atajó la estocada de August como lo
había hecho la primera vez, pero antes de que pudiera pensar en usar su otra
mano tenía el puño de August en el estómago, hundiéndose, el dorniense escupió
saliva y retrocedió, August dio un giro sobre su propio eje y alzando su pierna
buena, dirigió una patada al pecho del sureño, pero el dorniense puso la lanza
nuevamente y amortiguó más de la mitad de la fuerza del impacto. August vio su
oportunidad fallida, pero cederle espacio al dorniense era tener las de perder,
lanzó con uno, dos, tres estocadas seguidas, todas muy cortas, y una y otra y
otra vez el dorniense las repelió, siempre cubriéndose y alejándose más del
norteño.
-
<<
Aún con el golpe, no he podido quitarle
la destreza de la maldita lanza… es fuerte >>
El hombre de la lanza en pequeño espacio
de tiempo sacó unos metros de Bengal y flexionó las rodillas, giró la vara un
par de veces y la dirigió hacia August, éste rechazó a duras penas, se sentía
mareado y la espada le pesaba, otra vez una vertical de la lanza se vino sobre
su hombro, August la detuvo, pero no con la suficiente fuerza y ésta terminó de
igual forma sobre su cuerpo, aunque casi sin potencia.
August sudaba, le faltaba el aire y las
piernas las tenía lentas.
-
<<
¡Hace minutos habría podido detener eso,
es rápido y fuerte!…, no creo tener la energía para sofocarlo a poco espa…
>>
El hombre de la lanza se abalanzó contra
él, un extremo de la vara vino a August y éste la dejó pasar moviéndose hacia
la derecha, Bengal, en último recurso desesperado golpeó la vara del hombre,
pero no sirvió, pues la espada de Bengal era la que ahora estaba en el suelo,
sin ella estaba perdido…, no lo pensó dos veces y poniendo una mano en la vara
y otra en el cuello del dorniense, lo empujó hacia atrás…
-
¡Maldito crío! – Escuchó balbucear al sureño, todos
alrededor gritaban, pero August solo se concentraba en enviar al dorniense al
suelo, empujaba con la mano al cuello de aquel hombre y con la otra halaba la
lanza, no dándole espacio para usarla.
-
<<
Debo quitársela rápido…, cada vez me
cuesta más mantenerme en pie!>>
Años combatiendo, cazando en los bosques,
cabalgando y preparándose para ser un caballero, Bengal tenía una fuerza prodigia
para su edad, veía al dorniense perder color en las mejillas, la cuenca de sus
ojos y sus labios llenarse de un tono azul-violáceo, y cada vez iba quitándole
más la lanza, maldiciéndolo en voz baja, apenas en balbuceos, no podía quitarse
al joven norteño de encima, el espacio era demasiado preciado y August se lo
había quitado todo.
-
<<
¡Lo tengo…, es mío! >>
Alrededor del patio los hombres gritaban,
unos apoyaban a August, otros al sureño, pero nadie apartaba la vista de los
nuevos reclutas, ya se había perdido el fogueo de las armas, ahora era una
contienda de vencer al otro a fuerza bruta, la cara de Thorne expresaba
diversión, quizá por eso no había dado la orden de que estos se detuvieran;
incluso detuvo a Donal Noye cuando trató de dar la orden de que se separaran,
alguno tenía que caer, y ya faltaba poco para ello.
-
¡Suelta la maldita lanza…, suéltala ahora!
– Le dijo Bengal al
sureño en el espacio corto en que estaban. La visión de August era borrosa y su
nariz no dejaba de sangrar, el dorniense claramente fatigado trataba de escapar
del brazo de su opresor, inútilmente, hasta que por fin soltó la lanza.
A Bengal
no le dio tiempo de reaccionar, el dorniense soltó la lanza, liberando su brazo
y con una dirección recta, mandó la palma hacia la mandíbula del joven.
August
no sintió el dolor del golpe, apenas había visto la lanza liberada, una leve
presión en su rostro y todas las luces se habían ido.