miércoles, 10 de marzo de 2021

El distinto diseño: Un breve inciso sobre diferencias instintivas entre el hombre y la mujer moldeadas por la naturaleza

 

Hace bastante tiempo, un aproximado de dos años, he querido escribir una opinión personal del fracaso relativo de las mujeres y los hombres, en el intento obstinado por comprender la personalidad de sus opuestos.

Nos englobaba Darwin como un ser racional, pero animal en su origen fundamental, sujeto a las mismas imperfecciones naturales que el resto de seres vivos, y por lo tanto, en constante aprendizaje sobre lo que somos y confundidos entre lo que “creemos” que somos.

Siendo mamíferos, primates, de la clase de los homínidos o humanos, con profundas habilidades mentales y complejas para el lenguaje, el aprendizaje y la experiencia, olvidamos con facilidad que formamos parte del reino de lo efímero y lo mortal. Y en ese olvido recurrente de lo que somos y confusión constante de lo que creemos ser, aparecen ideas que confunden año tras años las generaciones, incluido a mi mismo hasta hace poco tiempo.

Inicio un corto inciso histórico sobre las mujeres y los hombres a continuación.

En un ambiente primitivo, de aproximadamente unos 7000 años atrás, antes de la invención de la escritura, la esperanza de vida era menor de los 30 años, la condición de pobreza extrema era el orden general dado que es al mismo tiempo es el estado natural de las personas (Ludwin Von Mises). En esta situación – abominable- de miseria, dado que la supervivencia no era un estado de bienestar sino de lucha constante contra la muerte, el cerebro humano (y el de casi todos los animales) diseñó un instinto que aumentase las probabilidades de subsistencia en un ambiente completamente hostil, de acuerdo con las herramientas físicas y por lo tanto naturales, con las que contase en este caso el cuerpo físico.

Desde el punto de vista antropométrico y fisiológico, las mujeres y los hombres son generalmente desiguales, y a pruebas objetivas me remito: Peso, talla, masa muscular, fuerza física, todas influencias por elementos proteicos hormonales sujeto a órganos con propiedades endocrinas. Los niveles de testosterona, hormona foliculoestimulante, luteinizante, estrógeno, no solo son cuantitativamente diferentes entre los hombres y las mujeres, sino que diseñan físicamente el cuerpo y todos los caracteres objetivos y medibles en propiedades distintas, esto no es filosofía u opinión, es ciencia estudiada (Fisiología, Guyton)

Volviendo al ambiente salvaje prehistórico, el cerebro humano por más primitivo y subdesarrollado (en comparación al de la sociedad moderna), utilizará sus facultades para desarrollar una serie de patrones innatos y heredados, que pasarán de generación en generación, con la principal finalidad de aumentar matemáticamente la probabilidad de supervivencia, de acuerdo con las herramientas físicas con las que dispone.

El hombre, al contar con más fuerza física, en el estado primitivo de lucha y caza, tiene mayores probabilidades brutas de sobrevivir, pero dado que el humano no se reproduce por división mitótica, necesita de su contrario sexual para perpetuar la especie. El instinto del hombre, al tener mayores probabilidades de supervivencia, no se enfoca directamente en la subsistencia personal, sino en la indirecta. La indirecta en este caso, es la lucha constante contra la extinción de la especie, dado que el hombre se sabe mortal, enfoca parte de su energía vital en la reproducción, en el acto sexual.

El instinto del hombre le enviará patrones de búsqueda innatos y no aprendidos sino heredados desde la prehistoria, patrones que identifiquen instintivamente al contrario sexual con mayores probabilidades de perpetuar la especie expresadas en valores físicos. Las preguntas que podemos ahora formular es, ¿cuáles son estos patrones de búsqueda?, ¿cuáles son los valores físicos?, aquellos que representen, insisto, las mayores probabilidades matemáticas de perpetuar la especie, dicho estos sean, las mujeres con mejores atributos genéticos expresados en valores fenotípicos.

Ø  Mejor pelvis para el parto, las que son más grandes y voluptuosas (pelvis ginecoide)

 

Ø  Mejores senos para la lactancia de la cría, las más grandes (mayor tamaño de glándula mamaria)

 Es por esto que ciertos patrones de estándares de belleza se mantienen durante siglos, y los hombres reaccionan instintivamente atraídos hacia la mujer que cuente con estos atributos fenotípicos. Es por esto también, que el hombre piensa más en la reproducción, o en el acto sexual. Porque el instinto lo empuja hacia la lucha indirecta contra la extinción, que es el acto reproductivo. El hombre, en su mayoría piensa más en esto, y es más tentado a practicar la poligamia, porque a mayor número de parejas sexuales y mayor número de actos sexuales, mayor número de probabilidad de perpetuar la especie, esto es un código de mensaje natural no moral, no ético, ni siquiera saludable, sino instintivo y reproductivo.

La mujer, por lo general, no cuenta con los mismos atributos de fuerza física, masa muscular o altura que su contraparte masculina. En relación al hombre, en un sentido fáctico en el mundo primitivo y hostil, cuenta con un número bruto de menor posibilidades de supervivencia, donde la lucha directa contra elementos bióticos y no bióticos ponen en ventaja al hombre respecto a la mujer, en algunos sentidos. Es por esto, que el cerebro femenino, tan igual de capaz que el del hombre – aunque muchos estamos convencidos de que es ligeramente superior – diseña y estructura un mensaje intintivo igual innato, no aprendido y con capacidad de heredarse por generaciones. Así como en el primer inciso el hombre establece un vínculo de supervivencia el cual llamamos indirecto, reproductivo, la mujer, o el instinto femenino, establece un vínculo de supervivencia directa.

El instinto de supervivencia heredado en las mujeres, es en su mayoría directo y propio. Este se expresa en encontrar la asociación o simbiosis con el ente, en este caso pareja, de mayor número de posibilidades de estabilidad y supervivencia. Ahora, ¿cuáles son estos parámetros?, en un sentido primitivo y prehistórico, en una sociedad no desarrollada, el individuo con más poder físico, más grande, más fuerte, el jefe o jefa de la manada, es la que expresa el mayor poder en el grupo, y por lo tanto el que más acceso tenga a los recursos que permitan la subsistencia. En una sociedad moderna, aunque algunos hayan cambiado, el mensaje estructural de supervivencia de la mujer todavía persiste, y esto lo vemos cuando las parejas más codiciadas por la mayoría de mujeres vienen siendo personas que cumplen con estas características:

Ø  Mayor poder político o social.

Ø  Mayor cantidad de dinero

Ø  Parejas que puedan garantizar la protección y la salvaguarda

Es por esto que en su mayoría, a las mujeres les es más práctico establecer vínculos de monogamia con su pareja, puesto que esta representa mayor probabilidad de estabilidad y por lo tanto (en un sentido primitivo) mayor probabilidad de supervivencia, contrario a la idea poligámica (casi siempre a la que se encuentra instintivamente atraído el hombre), el cual representa menos estabilidad y balance directo.

En la naturaleza y el instinto por la supervivencia no existen términos como la moral, la ética, lo correcto o incorrecto, el bien o el mal. Estos simbolismos y definiciones surgen después del desarrollo y a medida que nos separamos del mundo primitivo para encontrarnos en sociedad civilizada. Pero el instinto humano, codificado y enviado a través de generaciones, no sabe que está en un mundo donde se pagan impuestos, se va a la universidad o se debate sobre el aborto. El instinto humano no es capaz de razonar; es lo que resta del primitivismo, lo que queda de una era que representó lo peor y lo más crudo de la vida, pero que a base de voluntad y esfuerzo pudo levantarse para soltar las cadenas de la miseria, cada vez con más ímpetu.

Por eso el error fundamental, y el choque constante entre géneros que surge tras evaluar a los hombres y a las mujeres desde un punto machista o feminista, surge por ignorar la perspectiva instintiva. Si se ignora que somos diseños diferentes, que la naturaleza nos ha moldeado de forma particular, de acuerdo a nuestras herramientas fisiológicas para sobrevivir, nunca vamos a encontrar las igualdades que nos conecten y por lo tanto el resultado de los debates será no solo errático, sino insuficiente y completamente equivocado.