Acabo de terminar dos novelas del
escritor húngaro Sándor Márai: La Extraña y El Último Encuentro.
Estas historias con modales de
etiqueta, exquisita en detalles victorianos y mucha clase del gentleman europeo
han tenido un sabor caro.
Un sabor de esos donde te
imaginas cenando en el Gran Meliá a finales de los 90 con vista al Ávila o
frente a la Torre Eiffel de París, con un vino impronunciable que prácticamente
tiene toda tu vida de guardado. Ha tenido un sabor a preguntas, a existencialismo,
a búsqueda por la verdad, sobre lo bueno, lo moral y lo malo.
Muchas cosas me quedan, entre
estas:
"El hombre por más
inteligente y experimentado que sea, poco o nada puede hacer contra su
naturaleza y sus obsesiones", está claro que somos al final, animales.
"No eres culpable porque
pecas, sino cómo pecas" Cuidado yendo por ahí creyéndose santos.
Hay muchos matices de vacío, de
soledad y de búsqueda por la luz absoluta, pero en distintos párrafos de sus
historias, te va dando su percepción detallada y pausada de cada interrogante.
Uno a la vida vino a ser feliz.
"A beber, a fumar, a acabar
los trapos papá, no me voy a caer a coba en esta mierda somos es lacra”
La última oración entre comillas
la escribí yo, no crean a Sándor tan especial. 7/10
No hay comentarios:
Publicar un comentario