domingo, 13 de noviembre de 2016

Un Hacha más allá del Muro


Pido perdón a George RR Martins, pues él ha dicho en variadas ocasiones que la gente no debería hacer fan finc nunca. En el decálogo del perfecto cuentista de Quiroga, te aconsejan no seguir tal corriente a menos que sea demasiado fuerte para resistir, creo que me ha pasado algo parecido. 

Luego de leer el primer capítulo de Sam en Choque de Reyes hace varios meses, me dije a mi mismo que yo tendría..., que me encantaría poder escribir algo así. No he visto mejor forma de hacer honor a la obra del gordito Martins que escribiendo una pequeña historia - pidiendo prestado su universo- para ensayar y hacer algo parecido, aunque de forma mucho menos pulcra y talentosa.

Un Hacha más allá del Muro lo empecé hace meses..., llevo varias partes hechas de éste cuento que pretendía en un principio no pasar de las 10 páginas... y creo que ya vamos por la 40. Pero dado que la vida a veces rompe las bolas, el trabajo y la universidad me han puesto demasiadas trabas para continuar el cuento de forma constante... así que me dije: O lo dejas engavetado y así queda algo que empezaste y no pudiste terminar, o vas publicándolo por partes en el blog, obligándote cada vez que entres a que escribas un nuevo capítulo, que trataré sea por semana. Veré cómo me va con ello. 





Un Hacha más allá del Muro
(fan fic)




I



La fila de caballos iba en caminata lenta pero constante por el camino empedrado y lleno de  hierbas bajas, algunas a medio morir y otras retoñando entre lo poco que daba el espacio de la tierra y los pocos rayos del sol. El aliento de los caballos dibujaba siluetas que se perdían a medida que ascendían al cielo de un clima templado, los dedos de sus manos, aunque sujetaban apenas sin fuerza las riendas de su alazán, estaban engarrotadas y entumecidas por los días de lluvia. Hacía varias semanas que no sentía el calor del sol, sus dientes castañeaban pero ya había aprendido a hacer silencio desde la silla donde se balanceaba con cada paso de su bestia.

Le dolía la entrepierna por tantos días a caballo, aunque había practicado desde niño al menos una hora al día, tres semanas sin casi bajarse del caballo sino para retozar por las noches había dejado un nuevo tipo de herida sobre la cara interna de sus muslos. Ahora cabalgar tenía otro sentido para August Bengal; desde que habían dejado las tierras de Cerwyn, donde el castillo ondeaba los estandartes del hacha y su lema "Afilado y Listo", August solo pensaba en si debía memorizar ahora un lema nuevo y olvidar los que había escuchado siempre, desde que tenía la edad suficiente para sostener un palo como si fuese una espada. "Los Cuervos", "La Guardia de la Noche" o "Los Delincuentes del Muro", como sea que eran recordados la comunidad negra del bloque de hielo al extremo norte del Norte, August solo esperaba que fuese un lugar donde pudiese hacerse un hombre, donde llevar con orgullo el apellido de su padre o donde tener el espacio que no había tenido como sirviente de los Cerwyn en el fuerte que era su hogar.

Su padre, Ser Carles Bengal había formado parte en la corte de Lord Medger Cerwyn, más estrictamente en las cuestiones de seguridad del lord, y del padre y del abuelo de éste. Los Bengal eran fieles a los los Cerwyn desde hacía varias generaciones, y acompañaban al señor del castillo en sus idas de cacería o cuando el Lord Stark de Invernalia solicitaba la llamada de sus vasallos, los Bengal eran los primeros en acudir cuando el Lord Cerwyn cabalgaba hacia Invernalia como sucedió varias veces durante centenarios de años. 

- ¿Por qué vienes al muro tú, chico? - le espetó un hombre cuyo rostro estaba picado de viruelas, vestía harapos de indigente y el cabello largo y sucio caído por los hombros. 

August vio sus muñecas atadas, y estas a una cuerda que iban directamente amarradas a la silla del caballo que iba a la cabeza del grupo. El hermano negro que reclutaba a los hombres para el muro se llamaba Dick, y éste le había dicho que si bien no compartiese mucho con los que iban atados hacia el castillo negro, ya que resultaban ser delincuentes y violadores de poca monta, debía al menos tener una mínima consideración con los que serían próximamente sus hermanos juramentados. A August no le gustaba la mirada de éste hombre que le hablaba desde el suelo, ya que iba a pie; sus ojos extraños, oscuros, como de hielo sucio y llenos de malicia le recordaron a los hombres de Fuerte Terror, el asentamiento de los Bolton. Había visto a varios en los torneos que se frecuentaban en el Norte, donde más de una vez había visto a todo tipo de hombres de distintas casas.

- ¿Bastardo, no?, - se respondió a sí mismo el hombre de la viruela - quizá le de asco a un señor de vuestra estirpe hablar a un sucio campesino de las tierras de fuerte terror. - mientras le dirigía una sonrisa a la cual le faltaban varios dientes.

August no lograba entender el mensaje oculto tras aquellas palabras, pero al ver la cara de Dick que se había vuelto al escuchar que el hombre atado se dirigía al joven Bengal, y al darse cuenta que otros hombres atrás también estaban a la escucha, tomó iniciativa propia y respondió lo que primero se le vino a la cabeza. 

- Quiero ser hermano juramentado y rendir mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche. 

Por unos segundos solo se escucharon las pisadas de las patas de las bestias por el camino. El sujeto que iba a pie miró a August con los ojos como platos y la boca semi abierta. Luego estalló en carcajadas sonoras y apabullantes, pero no quedó ahí, August también escuchó que otros tres hombres que iban a pie también se reían de su comentario y no pudo evitar ponerse rojo de furia. Vio que Dick lanzaba un suspiro y luego un escupitajo con saliva roja por el continuo mastique de sus hierbas coloradas. 

- "¡Mi vida y mi honor a la Guardia de la Noche!", - gritó el androjoso hombre que más parecía un condenado a muerte que un voluntario a la antigua hermandad negra - ¡éste sí será de los que valen no, Dick!?, ¿de dónde coño lo sacaste?, ¡vamos Dick, dime que no lo sacaste de una cuna alta de los malditos Cerwyn para ponerlo a jugar a los caballeros y a las doncellas en el maldito muro! - El hombre puso sus muñecas atadas a un lado de su rostro, como si meditase una oración - ¡Mi vida, mi honor, mi polla y mi culo a la Guardia de la Noche!

August no estaba acostumbrado a que alguien de semejante talante se burlase de sus palabras, de su costado tomó el mango de su espada y cuando pensó en sacarla de su vaina, Dick había dado una vuelta a su caballo de 180 grados tan rápido, que el estirón hizo que las cuerdas tensaran las manos y por último el cuerpo del hombre fuese al suelo de cara. Las risas se habían ahogado inmediatamente en el grupo de hombres, August apenas podía ver que el hombre a quien había pensado matar estaba de cara al suelo y mudo del impacto, cuando alzó los ojos tenía la espada de Dick a menos de 50 centímetros de su rostro, era demasiado rápido. 

- Ni se te ocurra otra vez sacar esa hoja, muchacho..., - La voz mostraba serenidad pero al mismo tiempo dureza y seriedad, del surco labial derecho brotaba más saliva roja como si fuese restos de sangre, escupió hacia un costado y apuntó con su espada al hombre que empezaba a levantarse del suelo con el rostro lleno de tierra - si alguno de vosotros vuelve a provocarme, creo que los lobos para esta noche tendrán dos cadáveres frescos de los qué comer..., y si queda resto para la mañana, los cuervos terminarán con lo que quede de sus tripas - , apuntó con sus ojos a August, el chico sabía que Dick hablaba con la seriedad de su túnica negra y sus arrugado rostro - ¿quedó claro, muchacho?

- Sí, ser Dick. 

- No soy un maldito Ser. Ahora andando, Ripper, pronto estaremos en El Agasajo y más adelante, El Muro, no quiero tener que decir que te arrastré todas estas leguas para matarte antes de llegar con el Lord Comandante.


 
El hombre al cual Dick llamó como Ripper era el androjoso que todavía escupía restos de tierra al momento de reanudar la marcha. August se sintió idiota al saber que ya tenía al primer enemigo en la guardia, y no le quedaron dudas cuando éste viejo Ripper, que más tarde se enteró era un asesino y violador implacable, le miraba desde el suelo con los ojos inyectados en sangre.





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